15/12/10

Los fantasmas del pasado

Quién pensaría que estando en el cielo habría algo capaz de jalarte la pierna, sólo para mostrarte como realmente eres, nada más que un ser humano... no un superman... ni un super héroe, capaz de ahuyentar a los peores leones... o leonas... un ser humano tan depravado y débil como inseguro e incapaz.

De los peores azotes que pude recibir, me vino el peor de donde menos lo esperaba... mi pasado. Y de todos... el que más lamenté, el que me mostró tal cual, fue aquel que marcó el camino entre lo que yo quería, y lo que ella limitaba. El viento hizo el resto, mientras su paso se marcaba cada vez más lejos.

Ciertamente no se que pasará, pocas veces he sentido algo parecido. Me figuro como parte de un error y no como parte de un buen relato, aunque maldita sea, quería ser parte del presente y no un cuento de aquellos que se cuentan a los ñietos para que aprendan a gozar lo que vivan prudentemente y no revivan los errores que dañaron tanto a los ancestros.

Pocas veces he amado, pocas veces he realmente querido algo con tantas ganas, con cada maldita tripa, pocas veces mi mente y corazón concordaron tanto en que aquello que se estaba viviendo, era simplemente magnífico e irremplazable. Y sin embargo, tan frágil como el recuerdo de un sueño, que se desvanece en pocos minutos.

Es probable que el paso de lugar a un posible olvido, al menos para ella. Yo simplemente quiero desvanecerme, redimir mis actos, mis pensamientos... y sin embargo, se siente tan imposible; cómo avanzar si una parte de mi se aferra tanto al dolor, amor... por aquella persona que pudo ingresar como en su casa y ahora está tan lejana.

Tal vez estoy donde pertenezco, en este, mi charco de realidad; en este, mi espacio descuidado, donde alguna vez hubo inocencia, donde alguna vez anduvo el amor. Y es ahora todo tan claro... que el cielo es reservado para quienes lo merecen. Aquellos que lo pretenden sin ser invitados, reciben el silencioso dedo, con mirada desaprobatoria... y un empujón de vuelta a su realidad.

Extraño los detalles, extraño las llamadas, extraño ese motivo ardiente de volver a aquella ciudad, ahora tan llena de recuerdos, tan putamente llena de dolores... y es que esta pequeña, calurosa, y estimada ciudad, me está haciendo 'gozar' cada momento que en ella vivo. Tal vez la felicidad está lejos, en algun lugar, donde el pasado no exista, donde mi primer nombre sea el que se me ocurra mencionar y mis apellidos sean... los que mis padres con orgullo llevaron.

Y sólo resta, mandar otro lamento... por otro capítulo, que imaginaba infinito y que ahora, me veo forzado a cerrar. Si hubiera sabido que me sería arrebatado lo que ahora se me va, por aquel momento en que el estatus de humano me quedaba tan grande, por aquel momento, en que fui tan... pero tan débil..., y en un break mental... donde el asesinato parece un acto de egoísmo justificado; y sin embargo, tan lejano a la realidad, tan lejano a mis convicciones.

Tal vez tenían razón aquellos que no nos querían juntos, que tal vez éramos muy distintos... ahora es posible verlo todo.

18/10/10

Conversación desde dentro


Ese día estaba esperando la llegada de un sábado, y en su lugar se presentó un domingo, parecía que la lógica se desgastaba cada día más, y a veces aparecía un síndrome por allí, flotando. Mientras tanto, los rayos de sol, a veces intermitentes, se mezclaban con el intrínseco gris de las calles, la gente iba avanzando más o menos en cámara rápida, más o menos distraída, más o menos utilizando máscaras, y más o menos dando pasos que no llegaban a tocar el suelo por completo.

¿Qué vas a hacer hoy? Creo que pensar y pensar un poco más, y quizás caminar mientras pienso, espero que mañana haya un poco más de sol, pero me molesta mucho el calor. ¿Cómo te sientes? Bien, yo diría que muy bien, pero estoy un poco nostálgico, no sé si es normal, ¿tú qué crees? ¿Estás buscando algo? Todos lo hacemos, buscamos cosas distintas siempre, aunque a veces no busquemos nada, le estamos buscando otro matiz a nuestro modo de pensar en la rutina. ¿Te falta algo? Me falta mucho, me falta voz, me falta tiempo, me falta seguir aquí, y luego, seguirán faltando cosas, de eso se trata todo. ¿Cuándo termina todo? No lo sé, eso es lo mejor. ¿Qué buscas? Ya te lo dije, pero… bueno, no lo sé, un poco de todo.

Ese día pedí un trago pero no lo bebí, no lo quería, ese día empecé a escribir… de nuevo. Ese día recordé otros días. Recordé el día de los cuentos infantiles, los finales fantásticos, el aliento de los mayores, los dibujos japoneses y los números, las ecuaciones, las pasiones opuestas. Recordé la falda de mi madre, mi apego, los primeros amigos, las burlas, aquella niña mayor que yo, recordé los golpes y los tres años, y mi viaje. Recordé las historias de los mocosos, la recordé y quizás ella no me recuerda, los poemas y los plagios, las cervezas, el primer Chivas, la fiesta de promoción. Recordé los estudios, los años, las canciones, mis canciones, los sueños y mis sueños, los amigos, las risas, las broncas, las jodas, mi guitarra. Ese día recordé que es bueno recordar.

¿Qué hay para mañana? Lo mismo que hoy, pero muy distinto. ¿Otra página? Supongo que sí. ¿Qué hay para mañana? Recordar el día de hoy; pero aun no, aun es hoy.

27/9/10

Allí, donde el volcán y el lago encontraron la paz


Este post no lo escribí yo. Nuevamente mi amigo Bernardo me pidió postear algo a través de nuestro blog y accedí a su petición, aunque esta vez no lo avalo (insertar aquí emoticón de "equis de"):

Allí, donde el volcán y el lago encontraron la paz

Se cuenta, que la ofrenda de una virgen sublime en virtudes,

calmó la ira del volcán de esas tierras, mas apenas consumado su sacrificio,
tal cuál lagrimas del cielo, congeladas por el frío invierno,
cayó nieve, y despúes de una larga encrucijada con el fuego y la lava,

aquel volcán, se terminó calmando.


Pero he allí, que la nieve se transformó en torrentes,

y ocuparon las partes bajas de la región,

empezaron a descansar, para convertirse en paz y vida,

tal que esa paz aún se refleja en las aguas de aquel lago.


Mas cualquiera que pase por allí,

puede compartir su mente curiosa, su corazón atribulado, o una alma inquieta,

y el lago les brindará su tranquilidad,

y el volcán desde la imponencia de su magno nevado, compartirá su grandeza,

y el sol, aunque escondido entre las nubes, iluminará con su luz brillante.


Tal es la grandeza de la naturaleza,

que le devuelve al hombre su lugar en el mundo,

que no pocas veces,

pierde en los vaivenes de su existencia.

15/9/10

17 horas



He empezado a escribir este post a las 9:00 p.m. aproximadamente (es decir desde el bus, mientras también chateo):

TERMINAL DE OLTURSA – PIURA (06:30 p.m.)

Srta1: “Sólo puede llevar 20 kg, lo demás se cobra como sobrepeso”.

David: “¿Y eso cuánto sería?”

Srta1: “Bueno es un sol por cada kilo de sobrepeso así que serían 30 soles adicionales”.

David: “Mierda.”

Srta1: “…”

David: “Eh…, perdón, donde pago”.

Srta1: “Aquí mismo, no se preocupe, ya le hice su boleta.”

Tras realizar el pago no planificado del sobrepeso continué con las conversaciones y despedidas, los abracitos con la familia y amigos (por ahí Zarif con su estúpido chiste de la lechuga), Diego saliéndose del grupito para ir a despedir a otra amiga que encontró en el terminal… Luego me formé en la fila y vi que mi madre se aproximaba hacia mí (lo que me desconcertaba porque ya nos habíamos despedido), pero me equivoqué, no era hacia mí sino hacia una amiga que parecía haber reconocido y a la que no veía hace tiempo, estuvo conversando un rato con ella hasta que luego me dijo: “Cuídate hijito.”

EN EL BUS (08:30 p.m.)

Daniel: “Señorita, mi amigo pidió un menú vegetariano”.

David: “Sí señorita, lo pedí cuando compré el pasaje”.

Srta2: “¿Ahhh, sí?, ¿en serio?

David: “Sí”.

Srta2: “Uy, no nos han dicho nada desde la agencia, disculpe, en serio”

David (con mezcla de cara de molestia y resignación): “Mmm… bueno, ni modo.”

Srta2 (haciendo una especie de guiño): “Pero le puedo ofrecer más jugo”.

Ante el ferviente deseo de compensarme por parte de la terramoza, no me quedó más que aceptar su oferta con cara de autogol, aunque me quedaba obvio que eso de beber más jugo es algo que podría solicitar cualquier pasajero, le hayan o no fallado en el menú. Al final la señorita me sirvió una mazamorra morada extra, no sin antes sonreír y volver a hacer su guiño aquél con el que trataba de conquistar mi satisfacción. La mazamorra me empalagó un poco y le di mi presa de pollo a Daniel, que está viajando conmigo.

A las 9 de la noche abrí mi laptop, me conecté al msn y empecé a escribir este post. Casi inmediatamente la chica sonriente nos entregó los audífonos para poder ver la película que proyectarían (audífonos que siempre uso para oír música en mi laptop sin molestar a los demás pasajeros) y nos ofreció algunos libros para leer en el camino [Nunca entiendo por qué ofrecen libros de más de 500 páginas, por más cursos de lectura veloz en los que uno se haya metido es muy poco probable que alguien llegue a terminar alguno de esos libros, considerando, además, que a las 09:30 p.m. apagan la luz para que la gente pueda dormir, y el foquito que está en la parte de arriba sólo alumbra a uno de los dos pasajeros de cada fila].

A las nueve y cuarto, smiling girl nos ofreció bebidas calientes: manzanilla, té o café. Opté por el té y no por el café para evitar cualquier tipo de imprevistos que no puedan ser resueltos en el urinario del bus. Un tío se quedó dormido con el vaso de manzanilla en la mano, no sé qué pasó luego porque me concentré en el post, espero que no se haya quemado.

Empezó la película, no la voy a ver, ya la he visto antes, no recuerdo cómo se llama, pero es una con una trama muy original: Es una en la que un tipo grande, musculoso y con cara de robot, es un policía bueno que mete a la cárcel a un terrorista peligroso. El terrorista, que es flaquito, muy malo y le gusta jugar con sus víctimas, secuestra a la novia del musculoso y empieza a dejar unas pistas que el musculoso deberá seguir para poder recuperar al amor de su vida. El musculoso emprende la búsqueda (que para el terrorista es sólo un juego) junto a su amigo policía negro (el que, como en cualquier película, deberá morir). El asunto es que al final el musculoso gana, mata al terrorista, recupera a su chica, se besan muy felices y hacen chistes gringos (se olvidaron de que su amigo negro murió). Acabo de levantar la vista, la película aun no termina, pero acabo de ver a un personaje que no recordaba, un pata antipático y recontra feo que tiene un cargo en la policía superior al del musculoso, también es negro pero éste no muere.

(…)

Son las once de la noche, se fue la conexión a internet, ya no podré chatear. Quizás me ponga a seguir escribiendo mi novela, o quizás intente dormir. Decidí escribir mi novela.

La conexión regresó a las once y media, parece que sólo hay repetidores fuera de la ciudad; bueno, la conclusión no fue mía sino de Daniel, no le quitaré el crédito, ahora seguiré con el chat y con la novela, ya que no creo que pase otra cosa durante el viaje por ahora, apagaron todo…

Una de la mañana, sigo escribiendo mi novela. A pesar de no haber bebido café, siento que estoy en apuros, y el aviso que dieron al inicio del viaje (“Señores, el servicio higiénico con que contamos al interior del bus es sólo urinario”) retumba como eco en mi cabeza, lo peor de todo es que según nos explicó Miss Sonrisa, el viaje durará diecisiete horas porque hay varios desvíos, así que habrá que aguantarse hasta la una de la tarde aproximadamente. El sólo imaginarlo me hace querer llorar.

A las tres y media de la mañana decidí dejar de escribir mi novela y prepararme para dormir, con la esperanza de que durante las horas de sueño mi sistema digestivo no avance ni un mínimo porcentaje, sino que retroceda en el tiempo, más o menos hacia hace diez horas. Empiezo a rezar.

(…)

Srta2: “Buenos días señor”.

David (medio dormido): “…”

Srta2 (entregando una bandeja): “¡BUENOS DÍAS SEÑOR!”

No sé qué habrá pasado durante la madrugada pero esta vez la terramoza ya no me pareció tan sonriente, parecer ser que su trabajo es despertar a todos por la mañana para entregarles su desayuno, así los pasajeros tengan mucho sueño (como era mi caso). En el desayuno había pan con jamón y queso, con el hambre hasta olvidé quitarle el jamón y dárselo a Daniel, aunque la chamba de despegar el jamón del queso tampoco habría sigo muy gratificante, están caliente lo más probable era que por intentar despegarlos sólo hubiera conseguido pedacitos de ambos.

Mientras bebía el jugo en caja que me habían entregado como parte del desayuno noté que mi sistema digestivo, si bien es cierto no había retrocedido en el tiempo, tampoco había avanzando mucho, de modo que me sentía más o menos tranquilo.

A las ocho y cuarto de la mañana recibí una llamada de mi madre preguntándome si ya había llegado a Lima. Torpemente, había olvidado llamarla en la noche para avisarle que llegaría a la una de la tarde debido a los desvíos en la carretera, de modo que cuando se lo comenté por la mañana sólo escuché frases tipo: “¡¿Qué?!”, ”¡¿Por qué?!”, “¡¿Pero qué ha pasado?!”, “¡¿Pero qué les han dicho?!”; no me lo dijo explícitamente pero parecía que mi madre ya imaginaba un escenario en el cual un grupo de terroristas tomaban por asalto el bus y me tomaban como rehén o algo parecido, y luego decían que me entregarían en Lima a la una de la tarde. Luego de explicarle que no se trataba de nada grave mi madre me cortó porque decía que su celular tenía la batería baja. Diez minutos después mi hermano Diego me habló por msn: “Dice mi mamá que por qué vas a llegar a la una”.

A las ocho y media me percaté de que estaban pasando una película, es una con Richard Gere, creo que no la he visto antes, pero prefiero seguir oyendo la música de mi laptop. A las nueve de la mañana volví escribir mi novela.

Ya estamos en Lima, pero falta una hora más o menos para llegar al terminal. Aún tengo internet y estamos en ciudad, así que se fue al tacho la teoría de los repetidores de Daniel. Supongo que en esos minutos ya no pasará mucho más, seguiré escribiendo mi novela en lo que queda de camino. A las 10:45, hora en que termino de escribir este post, me despido, después de escribir el primer post desde Lima.

13/9/10

Nos vemos más tarde



[Nota: el siguiente post es completamente personal y puede matarlo de aburrimiento, se recomienda no leerlo si no es amigo del blogger o si le interesa muy poco su vida]


En unos días me voy a Lima (no en avión, como se ve en la imagen, sino en bus), a buscar trabajo, y si lo encuentro (o sea cuando lo encuentre), a vivir por allá. ¿Eso amerita escribir un post? No sé, pero como no hay restricciones explícitas para ello, lo escribo y se aguantan.

No sé si tendré tiempo de despedirme de toda la gente que conozco, tampoco sé si deba hacerlo, pues montar mucho teatro quizás al final conlleve a un escenario como el que constantemente me dibuja mi madre, con toda la buena onda del mundo: "Pero a lo mejor te regresas al toque, jaja".

A riesgo de sonar a cliché, debo decir que a escaso tiempo de estar por viajar tengo muchos sentimientos encontrados. Empezaré por los sentimientos que coadyuvan a mi deseo de partir:

- Me siento algo aliviado, porque por fin está todo listo para poder viajar, para poder ir a una ciudad a la que quería llegar hace mucho, no en plan visita, sino en plan de establecimiento. Por fin terminé mi tesis, la sustenté, y para el siguiente paso académico (maestría) todavía puedo esperar algunos años (digamos tres, como mínimo).
- Me siento esperanzado, porque Lima es grande, porque creo que encontraré la oportunidad que necesito para crecer profesionalmente, encontraré mi línea de carrera, así tenga que empezar de nuevo, empezar de abajo, sé que la mayor oportunidad de desarrollarme está por allá.
- Siento alegría porque volveré a ver a una parte de mi familia a la que ya casi no veo, a la que en ocho años sólo he visto sólo una vez, y ahora estaré más cerca de ellos.
- Lima es una metrópoli, así que estando allá, supongo que encontraré muchas más oportunidades de esparcimiento que aquí en Piura, sobre todo hartos eventos -a los que empezaré a asistir una vez que tenga un sueldo-, como conciertos de artistas internacionales (muy de vez en cuando) y nacionales (más seguido), espero poder ir a ver a "Daniel F." y a "Mar de copas" y tener alguna oportunidad de ir a sabotear algún concierto de artistas tipo "Adammo".
- Sé que, aunque no tan seguido, podré volver a encontrarme con amigos a los que casi no veo últimamente, amigos que ya empezaron su aventura en Lima hace mucho, o que siempre han vivido allá.

Y ahora seguiré con el otro grupo de sentimientos:

- Siento algo de incertidumbre por la forma en que me adaptaré a vivir en una ciudad tan grande, principalmente por la movilización, considerando que en Chiclayo me perdí hasta para avanzar cinco cuadras, es evidente que en Lima necesitaré algo de ayuda inicial y bastante paciencia, y aún así me voy a perder harto.
- Siento nostalgia porque me voy a separar de mis padres y hermanos, lo que nunca antes he hecho, y a pesar de las constantes peleas que tenemos creo que los voy a extrañar bastante. Aunque los planes son que ellos luego también vayan a Lima, de poco en poco, según oí por ahí.
- Siento nostalgia porque sé que voy a extrañar a mucha gente, porque para mí lo más bonito de Piura son los amigos que encontré a lo largo de mi vida, y si me extrañan la mitad de lo que yo los extrañaré creo que será suficiente.

Y para ponerle un poco más de relleno al post voy a decir qué cosas extrañaré de Piura:
  • Extrañaré a mi mamá alterándose por la pasividad de mi padre, peleándose con él, y al final de la discusión estar todos en la mesa comiendo y riéndonos.
  • Extrañaré a mi papá sentado frente al televisor poniendo el canal 5 para ver sus películas de peleas de chinos, quedándose dormido a la mitad de la película y quejándose de que no le apaguen el TV porque está viendo "su película".
  • Extrañaré a mi hermano Mike, leyendo sus cosas espirituales tal que parece que la siguiente vez que lo vea va a estar levitando, y luego encontrarlo jodiendo a mis otros hermanos.
  • Extrañaré a mi hermano Diego, siempre escuchando un nuevo grupo musical o hablando sobre la próxima película que saldrá.
  • Extrañaré a mi hermano Fabrizio, todo el día tocando y cantando sus canciones de Gorillaz.
  • Extrañaré las borracheras con mis amigos y las conversaciones interminables.
  • Extrañaré contar historias y dejarlas a la mitad.
  • Extrañaré el dota.
  • Extrañaré las salidas bautizadas como "salidas gay".
  • Extrañaré las patadas de ..., no eso no lo extrañaré, extrañaré los abrazos.
  • Extrañaré el "¡amigo david!" y el "deltinho".
  • Extrañaré los infinitos consejos románticos fallidos.
  • Extrañaré que me quiten la presa del plato porque saben que soy vegetariano.
  • NO extrañaré el chiste de la lechuga, es muy monse, Zarif.
  • Extrañaré andar todo el día en boxer (TMI?)
  • Extrañaré la choza, no tanto el cordovita.
  • Extrañaré tomar en el mega.
  • Extrañaré las cuzqueñas, cualquier día a las 8 p.m. en la plazuela Merino.
  • Extrañaré que me avisen para salir diez minutos antes de la hora pactada y que al final me convenzan porque "ya me despertaron".
  • Extrañaré mis resacas, pero más las de Eduardo.
  • Extrañaré la guitarra, espero que Fabrizio la use mucho.
  • Extrañaré los almuerzos de ingeniería, espero poder llegar a alguno.
Creo que si sigo nombrando todo lo que extrañaré se me pueden ir varios días y no termino, espero no sonar muy dramático, hay mucho de Piura que quisiera llevarme a Lima, pero no se puede, tampoco es que me esté yendo a la guerra, pero siempre se extrañan las cosas, y sobre todo a la gente. Espero seguir escribiendo en el blog desde Lima, todo depende del ritmo de vida que tenga y de las cosas que haya para contar.

Desde ya, para los que se tomaron la molestia de leer este post, muchas gracias por hacerlo, y gracias también por apoyar este blog, esto que hacemos simplemente porque nos gusta, a toda esa gente, que sepan que son muy importante para mí.

Como último favor, envíenme sus buenas vibras, deséenme éxitos en la búsqueda, y si no vuelvo a escribir muy seguido, discúlpenme. Un gran abrazo para todos y besos a quienes corresponda (osea para ellas =P).

Me voy pero volveré. Nos vemos desde la capital, donde (8)...los cerros tienen ventanas...(8).

9/9/10

Los muñequitos Verdes


Después de miles de años de no escribir, me dio por contar sobre un problema por el cual creo que paso yo y la mayoría de mis amigos, una enfermedad que en mi clase de farmacodependencia se le llama una adicción no convencional, osea eres un drogo fuera de lo común, drogo de la nueva generación, un adicto a los videojuegos...

Realmente yo no sabía que lo tenía (bueno analizando el diagnóstico de este trastorno, al parecer lo tengo), me había acostumbrado a siempre jugar desde muy pequeño para ser exacto 3 años uno que otro videojuego, comenzando con el mario de nintendo, pasando al top gear, super campeones, mario world, fútbol descentralizado de super nintendo. Al ir crecieno los primeros juegos 3d como pokemon de nintendo 64 al sexy play station 1 (quien no disfruto de un buen chino 3 que se joda) hasta ir poco a poco al play 2 y ahora play 3, esto desde el punto de las consolas.
Pero siempre existió ese gose por los juegos de la computadora, como olvidar a mi querido principe de persia, el solitario, para pasar a los de estrategia como al age of empire, counter, starcraft (ya salio el 2 que chevere si o no xourge??) hasta llegar claro a la perdición de muchos de mis amiwis el DOTA de Warcraft III.

El dota del cual no se cuanto tiempo de existencia tendrá, se me convirtió en un vicio desde que conocí a unos individuos con los cuales formamos este blog, algo que muxos de ustedes lectores no deben saber, este blog se formó por unos putos frikys, amantes de un putito juego de computadora que se llama dota. Es coincidencia que diego y david estudien ingieneria, que david y yo hallamos estudiado en el mismo colegio, no nos conocimos porque justo david nos presento cuando estabamos en la calle, o quedamos para tomar un trago, alguna cosa que el comun de las personas hace para conocer a alguien. Nosotros fuimos unidos por el amor común, inyectado en nuentras manos, demostrado por el cayo de la muñeca, el papi dota. Claro que no quiero apartar que en ese mismo instante conocí a un culo de ingenieros viciosos también xourge, jean paul, bernardo, wences, okin, eduardo (el es biologo).

Pero amistades aparte, porque lo consideramos una adicción? bueno... desde el punto en que personas, por ejemplo, disminuyen sus notas en la universidad, no se quien perdió el primer puesto de su carrera gran parte por las noches doteras (le dicen tía vieja), además de no salir un fin de semana por quedarse 10 horas pegadas al frente del monitor.
Y claro resistir, soportar repetidamente, hasta ahora reputeadas de nuestras madres, "so mierda apaga esa huevada te vas a cagar los ojos" (frase de mi querida madre), "Así que sigues jugando con los muñequitos verdes" (la madre de david) y muchos más que la verdad no quiero recordar por vergüenza.

Y claro estan, aquellas salidas, donde nos encontramos y muchas veces estamos con otras personas que no juegan esta huevada, nuestro primer tema de conversación, DOTA, oe huevon como la cagaste en la partida, ptm zarif mi higado huevon ese kumka... el problema llega cuando toda la gente te queda mirando y te dice: "¿de qué chucha hablas?", llegando muchas veces a dejar de lado unas lindas ladys, por la emoción de la conversación.
Y claro como no nombras esas amanecidas, cuando nos reuníamos 10 personas, algunos con laptops, otros con su monitor en un brazo, el teclado en la boca, el cpu en la espalda, para amanecernos, doteando hasta que nuestro cuerpo no podía más, solo por el privilegio de gritarnos en vivo o conocernos, por primera vez.

Yo se que hemos disminuido nuestro vicio, algunos hemos cambiado el dota por otros juegos tal vez, o por otras actividades, quizás porque ya trabajamos... pero el que ya es adicto no lo puede dejar, siempre que puedan regresarán, aunque estén 18 horas en Paita oliendo a pota, llegarán para jugar, aunque se tenga que dictar clases alas 7 de la mañana jugarán hasta las 3 de la mañana, aunque tenga examen o internado jugaran una partida antes de dormir, porque eso esta incrustado muy dentro de nuestro corazón, de nuestro corazon nuestro, muñequito verde interno.

29/7/10

Sobre el Perú y sobre mí


Hace algún tiempo escribí un post titulado "Ser peruano", el mismo que trajo consigo una serie de críticas sobre mi supuesto anti-patriotismo y odio por "lo nuestro". En su momento intenté aclarar mi punto pero a pesar de ello los comentarios en contra de mi escrito siguieron llegando, así que esta vez no volveré a intentar hacerlo, simplemente abordaré el tema desde otro punto de vista.

Hoy es 29 de julio y todos nos deseamos mutuamente felices fiestas patrias, ¿la razón?, estamos en  fiestas patrias, hace algunos años se libraron algunas batallas para que nuestro país fuera independiente, soberano (aunque cada vez me surgen más dudas sobre esto último) y no recuerdo qué otros adjetivos, por lo tanto recordar a los héroes y los acontecimientos que se sucedieron en aquella época y rendirles homenaje es lo mínimo que podemos hacer. Entonces, llega el 28 de julio, todos nos deseamos felices fiestas patrias (yo también lo he hecho), algunos incluso lo escriben en su estado de facebook, otros hasta cambian la foto de su perfil utilizando alguna aplicación para fundirse con la bandera bicolor y también hay quienes se van de viaje en estas fechas (algunos, irónicamente, al extranjero). Lo que nos lleva a pensar "¡qué bien unidos que estamos los peruanos!, ¡qué patriotas y qué gusto!, y entonces vemos los reportajes sobre los peruanos que se encuentran en el extranjero extrañando su tierra y compartimos su nostalgia, porque sabemos que aman su país y desean estar junto a los suyos, pero no pueden.

Sin embargo, cuando converso con la gente, siempre me confieso anti-regionalista, sé que no es la palabra más adecuada, todo lo "anti" suena muy feo, y si dijera anti-nacionalista faltaría poco para que me tilden de terrorista (aunque curiosamente, ahora el término "nacionalismo" no deja de asociarse con el partido aquel de Humala), así que el día de hoy me inventaré un término nuevo, me confieso "personista" (no diré "personalista" porque también tiene su propio significado). Mi definición de "personista" es bastante sencilla: una persona para la que lo más importante son las personas.

El término hasta cae algo pesado, total, se supone que todos somos así, ¿verdad? Bueno, verifiquémoslo:

- Soy personista, porque cuando me preguntan si extraño "mi tierra", nunca digo que sí, pero si me preguntan si extraño a mis abuelos, a mis tíos, a mis amigos, a la gente con la que estudie aquél único año en mi colegio de Paramonga, no lo dudo ni por un momento.

- Soy personista porque cuando me dicen "piensa en todo lo que la universidad ha hecho por ti, no mires sólo a un par de personas", yo digo, "no estoy mirando a un par, sino a todas, de acuerdo a lo que cada una puede hacer, así que las que hacen algo por mí o no, son las personas".

- Soy personista porque cuando veo a un taxista hablando de Dios y al instante siguiente acelerar cuando el semáforo se encuentra aún en ámbar, poniendo en peligro la vida de peatones, me hierve la sangre.

- Soy personista porque no me importa quedarme hasta tarde chateando, atendiendo los problemas de algún amigo o amiga, así llegue tarde al trabajo el otro día (y eso que soy puntual).

- Soy personista porque no me importa si el ceviche es más rico en Piura o en Chiclayo. Total, soy vegetariano (esto fue una broma).

- Soy personista porque cuando veo a Sofía Mulanovich, no digo "El Perú está triunfando", y cuando veo jugar a la selección de fútbol no digo "El Perú es una mierda", sino que digo "una peruana está haciendo bien las cosas" y "estos jugadores peruanos parece que no tuvieran huevos".

- Soy personista, porque las guerras me parecen el fenómeno más absurdo del mundo y porque la existencia de las fuerzas armadas me parecen una cojudez, porque aunque sé que deben estar allí para luchar contra otras fuerzas armadas, sé que todo se hace en pos de un trastocado nacionalismo.

- Soy personista porque me "llega al pincho" que por no poner una bandera en fiestas patrias se tenga que pagar una multa.

- Soy personista porque así como hago bromas sobre religión, dios, ángeles, y me las celebran, me siento en la misma libertad de hacer bromas sobre el país y sobre sus problemas, porque al fin y al cabo son bromas.

- Soy personista porque me revienta ver tanta diferencia entre una ciudad y otra, y por ver una brecha social, económica y educativa tan grande en una misma ciudad.

En resumen, todos buscamos lo mismo, pero lo vemos de distintas formas. Sí, todos queremos la mejora del país, ¿pero no sería más bonito buscar la mejora del continente? ¿o la mejora del planeta?, creo que ninguno lo duda, pero resulta que así lo veamos como nuestra ciudad, nuestro país, nuestra sudamérica (por esto muchos me criticaban al apoyar más a España en el mundial que a los países sudamericanos), nuestro planeta, lo que todos queremos es el bien común, el bien de las personas, empezando, desde luego por nuestros seres más cercanos, es decir, nuestra familia,  nuestro entorno, nuestra ciudad, nuestro país...

Sin embargo, lo que he dicho no quita que mucha gente se siente mucho más motivada cuando todo se ve desde una óptica nacional. Creo que esa posición es completamente válida, mientras no se confundan las cosas, mientras siempre sepamos que lo más importante son las personas, mientras las fiestas patrias no sean días en las que decidimos ponernos un polo que dice "Te amo Perú", y sólo pensemos en las comidas, en las playas, en Machupicchu, mientras no cambiemos de sentirnos orgullosos un día a completamente avergonzados el siguiente, mientras veamos el cambio y el progreso del país como el cambio y el progreso de las personas, mientras el crecimiento del país no sean unas cuantas cifras y porcentajes, sino que sea no pasar por la calle y ver a tanto niño casi lanzándose hacia los carros para limpiarles la luna.

Para finalizar les dejo un videito, me gustó mucho, nos da una mirada distinta, no es un nacionalismo oportunista, es un nacionalismo sincero, reflexivo, inspirador, "personista", como para no divorciar ambas tendencias. "¿En qué momento se jodió el Perú?", o "¿en qué momento se arregló?", podemos elegir la forma en que vemos las cosas:


25/7/10

Sin ton, ni son.

Y preguntandome de a pocos, no hallo la respuesta a tanta hipocrecía. No encuentro el hilo donde se perdió la amistad y se volvió un simple "hola-adiós". Cuándo los besos en la mejilla pasaron a ser molestos y una levantada de ceja bastaba para saludar a aquel que alguna vez conocí tanto.

No logro encontrar la respuesta a aquellos gestos y cariños que mostraban tanto afecto en su momento y luego pasaron a ser simples recuerdos de una historia que murió antes de ser escrita. Y no logro concebir esa idea que justifique los hechos, esos actos ya no puedo justificarles. Y es entonces cuando mi mente releva la idea anterior con un "TE LO DIJE" sin perdón, y dispuesta a buscar sangre, encuentra pena y otra amistad que se justifica.

Entonces, por qué molestarme en pedir explicaciones? Masoquismo o simple justificación de querer cerrar un capítulo que ni siquiera tuvo letra de inicio, al demonio, no tuvo ni carátula. Era otra de esas ideas que se descartan en las tormentas de ideas dichas por un practicante mientras los gerentes ignoran el potencial. Tanta hipocrecía y un andante pasa desapercibido, gritando lo mucho que ha sufrido.

Tal vez no debo ni incomodarme en escribirlo, pero, por qué no?. Estaría mal compartir mi hilo de pensamientos sin detenerme a corregir mis errores y simplemente dejarme ser?. No comparto la idea de ser el que hable en este monólogo impuesto por las letras de este post, es más, mi naturaleza siempre fue la de escuchar, la de aquel que sea capaz de comprender y tal vez aconsejar, pero cómo hacerlo en un escenario tan mal pintado donde aquella persona que debe hablar no lo hace y solo deriva la conversación entre tanta justificación.

Días de locura, días de tanta furia con neblina. Un corazón chispeante de cólera. Miradas de coquetería, capaces de desarmar al más tímido, y hacerlos sentir como los mejores casanovas, sólo resta añadir a la receta, unas gotas de alcohol y perfume en los dedos y cuello. Pero, qué tanto vale ese sentimiento cuándo en un mundo tan pervertido bastan unos dólares para hacerse de una novia por una noche?. En un mundo tan cagado donde el perdón sólo se da por conveniencia.

Tal vez no quiero centrarme en lo que quiero, tal vez quiero decir las mierdas como las recibo. El hecho de querer comprender se malentiende por el que pretendan que sea su recicladora personal, donde me manden todas sus mierdas y pretendan sacar algo bueno, un "no pudiste hacer mejor", "no te preocupes, todo perdonado". Tal vez me fastidia en demasía la hipocrecía, y claro, soy alguien incapaz de "comprender", "atorrante" por no saber expresar mis ideas mejor dichas que un "te puedes ir al carajo, por favor?".

Alguna vez les ha pasado que les hagan esas bromas tan curiosas?. Aquellas que sin previo aviso te sorprenden con un "serás padre!"?. No? Si ha sido así, saben como me siento. Si no... me reiré tal vez como probablemente se ríen ahora cuando les pase. Pero no hay daño, era solo una broma!. Pasan los días, semanas y voy cada vez odiando más la idea de encarcelamiento. Esa prisión a la que estamos todos expuestos, volvernos unos peones de un sistema de superación, donde el más superado es el que más recibe cada mes.

Hace poco incluso, escuché un comentario: "Galán pierde ante el grosor de la billetera. Puede ser pelado, gordo, ñangón, mala gente, abusivo, enfermizamente celoso, pero si su billetera suple los engreimientos, se vuelve un príncipe azul". No es hipócrita eso? Soportar maltratos por una estabilidad económica a costa de la estabilidad emocional?. "Y quise... un pedazo del mundo y en ese pedazo, ser feliz...", algunos pensaron que comprando más pedazos del mundo serían felices. Otros pensaron comprarse otro mundo y compartirlo sólo con una persona.

Muy gruñón?. Muy cagón con verdades que no se deben contar?. Tal vez quise sentirme como aquel capaz de soltar verdades de la peor forma, tal vez solo quise... que lo hecho no hubiera pasado, y que haya sido otro el que respire por mí, que haya sido otro el infeliz; tal vez fue otro el que deseo eso para si y fui el afortunado. Es hora de levantar el camino mandar de paseo a la víctima y encaminarme. Muy lunático? Pues cómo anhelo ser ese loco, ese ciego, que imponga el paso, y viva a su paso. No cargar con más ideologías que la necesaria para vivir en paz. Porque fuiste, fui y a este paso, mejor ser que al del costado parecer.


22/6/10

Muriendo de Sed!!


Obviamente el título de este post refiere el muriendo de sed por alcohol! por salir! por falta de juergas! SED de Amistad!!

Cualquier dirá, pero huevón tranquilo compra una botella de chela, whisky o cualquier otra huevada que te guste tomar. Quieres salir? anda el fin de semana al queens o al cine, o donde xuxa te de la gana.

Pero ya no es tan fácil como antes, las juergas y las borracheras eran las borracheras porque estaba tu gente, la genti con la que te cagabas de risa, jodías y podías tomar 10 botellas de whisky como agua. Cuando simplemente un miércoles porque te daba gana se reunían en una casa tomar, en un bar, en un parque, en una esquina, sólo porque sí. Cuando no tenía que ser un cumpleaños para reunirse con tus amigos y perder la conciencia. O para que tu baño terminara un asco o filmaras a alguien expulsando bilis de su boca, inconsciente.

Pero con el mismo blog dice esto es un blog de personas en base 2; 20, 21, 22... años, claro que yo soy el menor y todavía sigo estudiando pero estoy con trabajos más fuertes, internado que me carcomen la vida y simplemente me impiden, aunque quiera, reunirme con la gente de antes.
Peor aún los que ya trabajan, que su vida sacrificada de 8 a 10 horas diarias de trabajo los carcomen y dejan sin fuerzas para siquiera salir, con las justas un dota (juego que jugamos la mayoría de blogers).
Y claro, están los que buscan nuevas oportunidades en otras ciudades, ganar más dinero, tal vez cambiar de estilo de vida, o simplemente alejarse por un tiempo.


La última vez que nos reunimos todos los blogger para tomar algo fue por la graduación de uno de ellos, se busco la forma de hacer el tiempo y fue fabuloso me sentí nuevamente ese chico que sólo va a juerguear y no tiene que xuxa hacer el día siguiente, pero llega el domingo con resaca y chocas con la realidad que para el lunes tienes un culo de cosas que hacer.

Se que son etapas de la vida y sería una inmadurez pensar en no crecer, ser el estudiante de por vida, no buscar salir y alzar vuelo para buscar mi futuro, eso sería ser un conformista, pero COMO EXTRAÑO ESAS JUERGAS...

Este post corto va un poco a forma de despedida para mis grandes amigos que se van marchando, que ya entraron a otra etapa de la vida, que yo sé que tendré que llegar y estoy tratando de prepararme para que no me coja de imprevisto como mucho de ellos, para animarlos que siga adelante y tomen muchas fuerzas para lograr sus metas y sobre todo para decirles a cada uno de ellos que siempre tendrán mi casa, a julio (el que vende los licores), mi baño (para que lo vomiten) y mí para tomar hasta perder la conciencia.





20/6/10

Furia sobre ruedas



Yo tenía siete años y medio y mi hermano Miguel cinco (más o menos). Ambos habíamos recibido sendas bicicletas por navidad y no cabíamos de felicidad en nosotros mismos, nuestras sonrisas no se iban de nuestras caras y cada cinco segundos volvíamos a mirarlas, extasiados, orgullosos de tener nuestros nuevos vehículos y, por la edad, totalmente inconscientes de que nunca antes habíamos manejado una y que el proceso de aprendizaje sería algo tedioso. Eran nuestras nuevas bicicletas, muy parecidas entre sí, la mía era azul y la de miguel celeste, de marca BMX. “Es una muy buena marca de bicicletas” me decía mi madre, y yo le creía cada palabra mientras me sentaba en mi nuevo juguete, sobre las llantas desinfladas, ansioso por salir a dar la primera vuelta en mi bici. “Tenemos que ir a inflar las llantas primero”, me dijo mi abuelo, y la sola idea de tener que esperar todo el tiempo que tomaría ese proceso me desesperaba, sentía que sería una eternidad, pero no tenía otra opción.


Tras el suplicio de la espera llegó el tan ansiado momento. Subí en mi bicicleta, puse un pie en el pedal mientras mantenía otro en el suelo y tomando un pequeño impulso intente aventurarme hacia la nueva travesía, el camino estaba listo y yo sólo debía recorrerlo en mi imponente (pequeña) bicicleta, el camino estaba listo para mí. Lastimosamente yo no estaba listo para el camino, y tras la segunda pedaleada ya me encontraba en el suelo, tirado de costado, con cara de autogol y con las lágrimas aguantadas por el orgullo, mientras las ruedas de mi bicla seguían girando, como retándome a levantarla y emprender un segundo intento, y lo hice. Después de caerme cinco veces en un mismo día y tener tantos raspones como mi bicicleta volví a mi casa completamente derrotado, sabía que si volvía a intentar manejar ese día no tendría mejor suerte, sería mejor esperar al día siguiente. Al tercer día de intentos ya no me caía de la bicicleta, sino que saltaba de ella cada vez que sentía que perdía el equilibrio, en otras palabras, mi único progreso era que los golpes ya no los recibía yo y mis raspones habían casi todos cicatrizado. Al cuarto día dejé de practicar, estaba harto de perderme valiosas horas de mis dibujos animados por continuas derrotas en la arena (las calles de por mi casa no estaban asfaltadas), así que volví a enfrascarme en mis aletargadas sesiones de
los caballeros del zodiaco, los supercampeones y todo tipo de programas que hicieran más sedentaria mi vida.

Un día, mientras veía cómo las guerreras mágicas se encontraban luchando contra
Zagato para poder salvar a la princesa Esmeralda, mi abuelo se me acercó y se puso entre el televisor y yo, y con una sonrisa de pendejo me dijo: “a que no sabes quién ya aprendió a manejar bicicleta”. Yo, con una mirada de sorpresa, sólo atiné a preguntar estúpidamente: “¿quién? ¿Miguel?”. Por supuesto que era Miguel, mientras yo me la había pasado viendo anime, él había aprendido a manejar, mientras yo me había aburrido de golpearme contra el piso, él había aguantado unos 10 golpes más y ahora, aunque temblequeándose mucho, era capaz de manejar una bicicleta por al menos una cuadra. La piconería que me entró en aquél momento fue irónicamente inspiradora, “¿ese chatito rechonchito con sus piernecitas que con las justas llegan al pedal va a haber aprendido a manejar antes que yo?, ¿acaso estará huevón?”. Inmediatamente tomé mi bicicleta, la recosté sobre una vereda para poder impulsarme con mayor facilidad, y con mayor decisión que nunca me lancé hacia la aventura de aprender a manejar, esta vez sin ninguna vacilación. Lo conseguí, logré pedalear cinco veces seguidas, logré avanzar media cuadra, antes de dar la sexta pedaleada ya estaba nuevamente en el suelo y con nuevos raspones en la cara, pero seguía sonriendo, mi progreso había sido increíble, sí, quizás impulsado por una envidia fraternal, pero lo había conseguido, había empezado a aprender a manejar en serio. Ese día no dejé de practicar, ni el siguiente, ni el siguiente, y en un mes ya hasta pequeñas piruetas hacía, le tomé tal chochería a mi bicicleta, que terminé por desgastarla como pocas cosas he desgastado, estuve a punto de ser atropellado 3 veces, esquivé ataques de globos de agua por carnaval unas 5 veces y recorrí el distrito donde vivía cerca de 10 veces. Me enamoré de mi bicicleta, pero llegó el momento en que estaba demasiado pequeña para mí, o quizás el modelo ya no me gustaba, o simplemente se me pasó la magia, quien sabe.

(…)

A los 11 años mi papá me regaló una bicicleta montañera. La fiebre de mi primera bicicleta era cosa del pasado, había aprendido a manejarla lo suficientemente bien pero ya no era lo mismo, me gustaba la bicicleta BMX pero estaba muy lejos de sentir esa ansiedad, todo quedaba en un bonito recuerdo. Sin embargo, una bicicleta montañera era “otro lote”, era una MON-TA-ÑE-RA, no era Monark ni Goliat, pero “qué chucha”, era una montañera y sólo eso importaba. Me tomó un día recuperar el ritmo, pero una vez que logré manejarla, me mimeticé con ella, sentía que la bicicleta y yo éramos uno solo, que confluíamos en un solo sentimiento, en un solo ser, al mismo estilo de avatar, sólo que sin esas colas peludas y medio eróticas. Mi bicicleta me gustaba tanto que descarté por completo la bicicleta anterior, se la regalé a mi hermano (la mía estaba mejor cuidada que la que él tenía hasta entonces.


Recuerdo que mi madre solía ponerse nerviosa cada vez que salía a dar una vuelta en la bicicleta, a pesar de mis denotados esfuerzos por explicarles que manejaba prudentemente y evitando siempre los peligros. “No pues, ¿acaso crees que no sé?, seguro que te pones a manejar como un loco, vas a hacer que te maten algún día, ¿por qué te quieres igualar a tus amigos?, todos ellos son más grandes que tú, recuerda que te llevan dos o tres años”. [Sí, mis viejos me adelantaron un año en el colegio, y luego contradictoriamente no querían que me integrara a ellos, pero eso es motivo de algún otro post.]


Pero la ilusión de mi montañera no duró mucho. Un día llegué a casa después del colegio y notaba que algo estaba mal, sentía que una parte de mí se había ido, pero no sabía por qué. De pronto sentí deseos de salir a manejar mi bicicleta, pero no la encontraba, no estaba por ningún lado, supuse que mi papá se la había llevado para ahorrarse el pasaje a algún lado -como solía hacerlo-, sin embargo no me sentía del todo convencido con esta especulación. Traté de calmarme, me puse a ver algo de televisión, pero dos horas después no me aguanté la curiosidad y le pregunté a mi madre si sabía dónde estaba mi bicicleta. Sus palabras fueron desconsoladoras: “Se la han robado a tu papá”.

Un sentimiento de escalofrío cruzó por mi cuerpo, sí, mi bicicleta había desaparecido, pero más preocupante que eso, se la habían robado a mi papá, mi mayor miedo en ese momento era que le hubiera pasado algo a mi padre, ¿lo habrían asaltado?, ¿lo habrían rodeado tres o cuatro autos y lo habrían obligado a entregar la bicicleta a cambio de su vida?, ¿algún ladrón lo habría golpeado con un palo para arrojarlo al suelo y una vez allí se había escapado con mi bici?, ¿un grupo de malditos habría esperado que se baje de la bicicleta para intentar quitársela y mi padre habría utilizado sus múltiples llaves de judo para defender mi patrimonio pero finalmente habría perdido porque ellos eran seis y mi papá sólo podía luchar contra cinco?, ¿le habían apuntado con un arma de fuego?. Las posibilidades eran múltiples, la vida de mi padre había estado en peligro y yo todo el día sólo me había preocupado de mi bicicleta, ya no importaba que fuera montañera o no, lo que importaba era saber en qué estado se encontraba mi padre.

Lleno de incertidumbre le pregunté lo más obvio a mi madre:

- ¿Qué pasó?, ¿asaltaron a mi papá?
- No, tu papá está bien no te preocupes.
- ¿Entonces qué pasó? ¿cómo se la robaron?
- Bueno, te voy a contar pero no te vayas a molestar. Lo que pasa es que tu papá fue al mercado en tu bicicleta para comprar una bolsa de azúcar, dejó tu bicicleta amarrada en un poste y fue a comprar el azúcar, pero después de comprarla se olvidó de que había ido en bicicleta y se regresó en taxi colectivo a la casa. Luego, en la casa, cuando se dio cuenta, regresó al mercado pero dice que ya no la encontró donde la había dejado… ¿David?

Mi madre no había terminado de contar la historia y mi cara ya se había congelado. A pesar de eso, pude balbucear algunas palabras para expresar mi sorpresa: “¿CÓMO MIERDA SE VA A OLVIDAR DE MI BICICLETA EN EL MERCADO!!!!!!!!!!!?”.

Me tomó un día asimilar por completo, no la pérdida de mi bicicleta, sino la cojudez con que ésta se había producido.

(…)

Mi papá compró una moto de segunda cuando yo tenía trece años, le significaba cierto ahorro en los pasajes y mayor disponibilidad para movilizarse. Un día mis amigos me dijeron: “¿por qué no le dices que te enseñe a manejar su moto?, así luego te la puede prestar”. La idea me pareció interesante, además la mayoría de mis amigos sabía manejar una así que era hora de ponerme a la par. Cuando le comenté la idea a mi padre, éste no me tomó mucha atención, en algunos días más olvidé el tema y en poco tiempo tuve hacerlo definitivamente, pues su moto pasó a ser piezas de moto, se malogró y en la casa no se volvió a hablar de motos en mucho tiempo.


Muchos años después empecé a trabajar en la UDEP (luego de estudiar en la misma) y así como empecé a ganar dinero, empecé a gastarlo. Uno de los mayores gastos era el de los pasajes, debido a que no vivo precisamente cerca de la universidad. Ante la sugerencia de un amigo: “¿por qué no te compras una moto?, te ahorrarías bastante”, la idea empezó a circular por mi cabeza. Ciertamente, después de comprar una moto a plazos y terminar de pagarla, probablemente el ahorro que me significaría movilizarme en moto sería importante, así que lo empecé a considerar seriamente como una alternativa viable. Pero mis ideas no se quedaron simplemente en pensar en comprar una moto, lo más complicado era saber qué tipo de moto comprarse.


De niño, tras ver películas de acción y motocicletas, solía imaginarme a mí mismo en una de aquellas motos negras, gigantescas, y yo también vestido completamente de negro, con chaqueta negra completamente cerrada, un pantalón negro al cuete, y un casco negro con la pantalla negra también. Pero para movilizarme diariamente a la mi trabajo esa vestimenta no parecía la más adecuada, y una moto de ese tamaño probablemente no me significaría el ahorro que buscaba, en otras palabras, debía buscar el equilibrio entre mi necesidad de movilidad económica y mis deseos de verme bacán, no podía comprarme una Kawasaki pero tampoco quería una scooter, no me podría vestir como un neo dark power ranger, pero tampoco quería verme monse con uno de esos cascos jet que sólo cubren el cráneo.

Después de indagar más o menos por dos semanas, mi supuesto punto de equilibrio lo encontré más o menos cubierto con una modelo de moto que tenía un diseño más o menos vistoso y que era más o menos económica, además de que me costaría más o menos lo que tenía planificado, así más o menos era lo que quería. La idea era que mi padre me enseñaría a manejar la moto, yo aprendería en unas tres semanas (practicando sólo los fines de semana que era cuando tenía tiempo) y luego debería practicar por mi cuenta para ser lo suficientemente bueno para sacar mi licencia. La idea no funcionó.

Mi padre decidió que lo mejor sería que me lleve a la nasa (Universidad Nacional de Piura) y ahí practicaríamos los sábados y domingos en las pistas de la universidad. El primer fin de semana me caí cinco veces y se me apagó la moto cerca de diez, pero sentía que algo estaba aprendiendo. El segundo fin de semana estuve bastante mejor, tanto así que mi padre pensó que estaba bien si a partir de la mitad del camino hacia casa manejaba yo (llevando a mi padre), lo que, como estarán imaginando, fue un grave error de su parte.


Sucedió más o menos así: Erase un día soleado en que yo iba a gran velocidad (a lo que yo podía llamar gran velocidad en mi segunda semana de práctica) por una calle paralela a la avenida principal que lleva hacia mi casa, de modo que en algún punto del camino decidí pasar hacia la avenida, pero no escogí la mejor calle para hacerlo, ya que ésta estaba cubierta en su última parte por una gran cantidad de arena, lo que me obligó a ponerle más potencia a la moto. El problema no fue la arena, sino salir de ella, ya que debido a la potencia que le había puesto la moto salió disparada a gran velocidad (conmigo y mi padre aún sobre ella), lo que sumado a mi nerviosismo hizo que acelere en vez de frenar, y luego de ello presionar el freno de adelante y no el de atrás (lo que habría sido más adecuado); por lo tanto, mi caída (y la de mi padre junto a mí) fue la más estrepitosa que he tenido y tendré en mucho tiempo, el dolor que sentí en mis piernas era bastante jodido, y el raspón que tenía la moto me ponía bastante triste. La primera palabra que le dije a mi padre después de ese golpe fue: “Au”, y él me respondió de una forma notablemente cariñosa, que me hizo entender lo maravillosas que pueden ser las palabras de aliento de un padre: “Tenemos suerte de que no haya pasado un carro, ya carajo, no te ahueves mucho y levántate nomás”. Mi respuesta, muy alturada por cierto, fue: “Viejo, no estoy ahuevado, sino que me duele como mierda, así que no jodas”.

- "Bueno ya, no hay que contarle a tú mamá lo que ha pasado porque ya sabes cómo se preocupa".
- "Pero va a ver el raspón de la moto".
- "Le decimos que así vino".

Afortunadamente mi madre no notó el raspón, y cuando finalmente lo hizo pensó que se lo habíamos hecho en algún otro momento.

Las siguientes semanas tuve mucho trabajo que hacer durante los fines de semana, luego hubo celebraciones, mi papá estuvo ocupado otros cuantos días, y cuando menos lo esperaba estábamos cerca de Navidad. El acercamiento de esa fecha hizo que mi padre me tomara por sorpresa al decirme que era mejor que esperemos a que pasen esas fechas porque de lo contrario algún policía podría detenernos y llevarse la moto.
- “Pero, ¿por qué nos la van a quitar?, si tú me vas a llevar a la nasa y ahí es que vamos a practicar”. - “Pero es que no tenemos licencia, así que el policía nos puede quitar la moto”.

- “Yo no tengo licencia papá, pero tú sí”
- “No, yo no tengo”
- “¿Como así?, eso es imposible, ¿acaso has manejado moto todos estos años sin sacar licencia?”
- “Sí”
- “¿Y por qué no la sacas?”
- “Me olvido”

Y de ese modo mi padre se siguió “olvidando” hasta después de Navidad, en que mi familia viajó a Lima por un mes (otro mes sin poder practicar). Un mes después, cuando finalmente sacó su licencia empecé a saturarme por completo con mi tesis; mi asesor, que no me había asesorado realmente hasta ese momento, decidió “ponerse las pilas”, pues en poco tiempo se marchaba a España, de modo que nuevamente me encontraba sin tiempo. A esas alturas, empecé a pensar seriamente en vender la moto, ya que, por otro lado, tenía planes de irme a Lima en algún momento del año a empezar una nueva vida. Entonces, si tenía planeado irme a Lima en algún momento, la pregunta más obvia es “¡¿para qué mierda compré la moto entonces?!”, y la respuesta es: calculé mal los tiempos. En general, se podría decir que fue una mala compra.


A pesar de todo, en algún momento tuve la idea de, aunque me iba a ir a Lima, debía aprender antes a manejar la moto, salir por últimas veces (luego de haber pasado el estrés de la tesis) e intentar mantener el equilibrio lo suficiente para hacer lo que debiera. Entonces llegaron ellos, los terribles chalecos naranjas, obligatorios para todo aquél que quiera manejar una moto. No sé a quién se le ocurrió la idea del color, y de tener escrito el número de la placa en la parte posterior del chaleco, pero debe de haber sido un tipo superlativamente huachafo, alguien que se inspiró en los trabajadores de construcción civil y en los presos que llevan el número ese en el pecho. Decidí que no aprendería a manejar moto, porque de ningún modo usaría ese chaleco, me parecía groseramente antiestético, y más importante aún, contrastaba por completo con mi sueño de ser el motociclista vestido completamente de negro.


En resumen, es posible que venda mi moto, es posible que no, es posible que me la compre mi papá por una cantidad mucho menor a la que pagué por ella, o quizás me la llevo a lima en algún momento para vestirme de negro y dar vueltas por la cuadra, y luego esconderme cuando llegue el primer policía. Quizás mi futuro (o mi presente), no esté sobre dos ruedas, sino sobre cuatro, pero antes de comprar un carro prometo primero aprender a manejar uno.