11/4/11

Sobre el diez de abril

Siempre evité escribir sobre política en este blog. Hoy siento que no escribo sobre cuestiones políticas, sino sobre cuestiones sociales. Si no les gusta, lo siento, pero tenía que expresarlo en algún lado.

Este domingo tuvieron lugar las elecciones en nuestro país. Lo que al principio parecía una pesadilla fácilmente evitable sobre una segunda vuelta entre dos candidatos, catalogados como enfermedades por uno de los señores más respetables del país (y premio nobel), se fue haciendo con el pasar de los días una realidad cada vez más palpable. Y llegado el día, como pudimos ver, es casi innegable el paso a segunda vuelta de los dos candidatos en cuestión.

Al conocer los resultados sentí, creo que como todos, indignación, que cómo era posible que hayamos elegido a esos dos, que dónde tenemos la cabeza, que nunca aprendemos, que tenemos lo que nos merecemos. Pero luego, como algunos otros, me di cuenta de que lo último que podía hacer era juzgar a quienes habían votado distinto a mí, porque, cuando un voto no nos parece inteligente, no significa que sea un voto “idiota”, sino que debemos tomar en cuenta muchos otros factores, y de esto ya se habló bastante en las redes sociales, del voto de los ignorados y no de los ignorantes, del “qué estamos haciendo mal” (como el video que publicó buda de nieve), pero aún así hay quienes siguen teniendo comentarios viscerales contra aquellos que piensan distinto de ellos.

Cuando se conocieron los resultados de las elecciones reaccionamos mal, y me incluyo, hago mea culpa de esto. Lo más triste fue ver que no sólo había insultos hacia “los ignorantes”, sino insultos entre los propios “demócratas”, “chakanos de mierda” y “ppkids idiotas”, y algunos otros adjetivos que no vale la pena citar. Percibí un racismo que realmente me hizo sentir que esas cifras de crecimiento económico no nos han hecho avanzar para nada en crecimiento personal, seguimos siendo los blancos contra cholos y los cholos contra blancos, sólo que esto no se expresa públicamente en el día a día, sino en momentos como este, en el que aflora todo, todo el desprecio porque tú no votas igual que yo y por eso eres idiota.

Que hubo votos a favor de Humala por puro resentimiento nadie lo niega, pero también hubo votos de esperanza, aunque suene irónico. Votos de esperanza de mucha gente que durante décadas se han visto pasando de situaciones malas a situaciones peores, votos de gente que veían en Humala la esperanza de conseguir la igualdad entre todos. No, no todos los votantes por Humala fueron ignorantes y resentidos sociales como muchos creen, algunos escucharon cosas como “quitar la exoneración de pagos de impuestos de las grandes empresas”, o “anular el sueldo vitalicio de los presidentes”, le creyeron.

Que hubo votos a favor de Keiko que parecen completamente inconscientes de la dictadura de su padre y de las violaciones de derechos humanos que se cometieron, es cierto, pero también hubo votos agradecidos. Agradecidos de sus programas sociales, porque les ayudaron a calmar su hambre momentáneamente, y agradecidos de sus políticas anti-terroristas; gente que probablemente sufrió mucho, gente que quizás no sabe que del otro lado se sufrió igual, por los abusos de aquel gobierno.

Y de los votos por PPK, Toledo y Castañeda podríamos hablar horas, porque mutuamente se han (nos hemos) echado la culpa por esta situación, porque quienes en un momento reclamaron voto de consciencia, en otro reclamaron votos estratégicos, porque los candidatos se mostraron preocupados por la situación pero ninguno estaba dispuesto a deponer su candidatura, porque los posibles escenarios de una segunda vuelta eran muy variables, porque las encuestas daban márgenes de diferencia muy pequeños, porque mucha gente pasaba por alto el voto rural y el voto “extranjero”, porque con tres días antes de las elecciones hacer que tanta gente se pusiera de acuerdo fue algo que no conseguimos. De Toledo se decía que debía declinar por su tendencia a la baja, de PPK se decía que no había forma de que le ganara a Ollanta en segunda vuelta, de Castañeda creo que ya todos sabemos qué se decía.

Dije que lo de “me voy del país si gana Ollanta o Keiko” me parecía una completa cojudez y una cobardía y lo sostengo. Y sí, la gran mayoría de quienes dijeron esto habían dado a notar su simpatía por PPK; espero, sin embargo, que me callen la boca, y que no haya sido más que parte de la reacción del momento, lo peor que le puedes hacer a tu país es abandonarlo en momentos como este. Digo además, el día de hoy, que lo de pedir que la ONPE o que el APRA, “meta mano” para cambiar los resultados de las elecciones, me parece una posición completamente convenida, en la que demostramos que la democracia que queremos salvar no nos importa si es que no satisface nuestras expectativas, sacrificar la democracia para salvar la democracia es una posición completamente insostenible porque caemos en lo mismo que aquello que criticamos.

Todos creemos que las posibilidades de que se instaure una dictadura son grandes. Habrá que estar alertas, y si la democracia peligra habrá que salir a protestar. Pero también hay que esperar, no apresurarse, existe un mínimo de posibilidades de que el gobierno que entre no sea una dictadura, y en este mínimo quiero creer, aunque sé que siempre me han visto como un pesimista, quiero pensar que la protesta del pueblo, el grito del pueblo, ha sido escuchado, y que el gobierno de turno entrará con más miedo del pueblo que el miedo que el pueblo le tiene a él, que quizás no sea lo que todos queríamos, pero que ya les hemos dicho a los gobernantes que los estamos vigilando. Y si al final todo resulta como nos tememos, nos tendremos que poner las pilas y hacer algo, pero quiero pensar en que si hay alguna posibilidad de que las cosas no salgan tan mal, esta se concrete.