Danza mortal

Dicen que cuando las mujeres se alejan de los 20 y se acercan a los 30, si aún están solteras, empiezan a preocuparse, pues ninguna quiere ser la última en vestir de blanco, ninguna quiere ser llamada 'solterona' por sus demás amigas, ninguna quiere quedarse callada cuando todas sus otras amigas hablen sobre sus maridos, sus hijos, y demás temas de la vida de casada. Para los hombres, en cambio, la realidad es completamente distinta; el matrimonio no es una empresa a la que queramos aventurarnos voluntariamente, no es algo que nos quita el sueño o sin lo cual nos sintamos incompletos. Y esto no siempre es porque tengamos miedo al compromiso, o porque el costo de algunos matrimonios pueda servir para alimentar a una familia durante un año, o porque la idea de tener que recogerle los mocos a un niño o limpiarle el poto todos los días nos desanime, sino que el cambio de vida, el hecho de pasar a ser un señor, el hecho de tener que alejarse de la vida de soltero, de las salidas nocturnas (y diurnas), de las pichangas (o partidas de play station, dota, y cuanto vicio ludópata exista), de las cervezas entre 'calzoncillos', es un cambio para el que todas las personas tenemos un distinto momento de predisposicion.

Cuando una mujer se casa, es un motivo de celebración entre todas sus amigas, las felicitaciones no se hacen esperar y todas se preguntan emocionadas quién será la próxima, con las correspondientes miradas a sus parejas (de estar presentes) en señal de impaciencia. Cuando un hombre se casa, son pocos los que felicitan sinceramente, la mayoría vé al amigo a postres del matrimonio como un soldado caído en batalla, como un compañero vencido, y se preguntan preocupados quién puede ser el próximo, con los correspondientes "toco madera". Evidentemente, no todas las mujeres viven y mueren por el matrimonio, y no todos los hombres le son renuentes, pero en la mayoría de los casos, son las féminas las más entusiastas - y a veces precipitadas - por llegar al altar.


Todas estas situaciones, se presentan - al menos eso pensaba yo - aproximadamente a partir de los 26 o 27 años y, dependiendo del caso, pueden durar hasta los 35 o 40 años (o más lejos, en algunos casos). Por esta razón, no me sorprendo para nada cuando, a la oficina en la que trabajo, llega la noticia sobre algún nuevo matrimonio anunciado, de personas que conozco o que conocen mis amigos, siempre gente que ya ha superado los 27 años y la mayoría ya con planes hechos y empleos a los cuales dedicarse, y con una relación de varios años, en las cuales se han conocido bastante (y la mayoría, convivido). Pero cuando me enteré de que mi amigo P se iba a casar con N (me lo había contado un amigo bastante antes del día del comunicado oficial), mi reacción fue completamente distinta a la que había tenido con todos los anuncios de bodas que había recibido hasta ese entonces.

P es mi amigo desde la época del colegio, nos conocimos en segundo año de secundaria y junto a 4 amigos más formamos un grupo que difícilmente se separaba, que siempre iba a las fiestas que organizaban en cualquier lado, que se juntaba para interminables partidas de play station, o simplemente para conversar, contar chistes, o beber sin motivo específico. Siempre fuimos muy amigos, y cuando nos enteramos de que estaba con N, una chica de la que decía estar muy enamorado desde hace mucho, nos alegramos por él, sobre todo aquéllos que habíamos escuchado su historia desde los pañales. Lamentablemente, para ese entonces, ya no eramos el grupo de 6 amigos de antes, raramente coincidíamos todos, y quienes estábamos más pendientes de la historia éramos Eduardo (blogger) y yo; más cercanamente Eduardo, por estudiar en la misma universidad.

No quisiera extender esta historia más de lo que es debido, por no ventilar más detalles de una relación que no me compete directamente. P y N se casaron hace poco, y como era de esperarse el 99% de sus amigos entramos en shock. No soy quien para decir si está bien o mal que se hayan casado tan jóvenes, pero hay algo que sí puedo decir, a riesgo de sonar a metiche: el matrimonio engloba una responsabilidad realmente grande, y no sólo de amor vive el hombre. Por otro lado, sé que esto me puede causar la antipatía de la felizmente casada pareja (si es que llegan a leer este post), pero mi idea inicial es que el matrimonio, si se llega a dar antes de las edades que he considerado las 'normales' (después de los 26), se debe algún acelerador del proceso, y como planteé también al principio, las mujeres son siempre las más entusiastas con este acontecimiento; no dudo que P haya estado de acuerdo con la decisión (están mas templados que cuerda de guitarra, así que por ese lado las cosas van bien), pero creo que la idea debe de haber surgido de ella.

Al contrario de lo que podría parecer, espero que les vaya bien a P y a N, es cierto que su matrimonio me pareció una decisión apresurada, pues debido a que se casan por amor (eso dijeron en el anuncio general) creo que no había necesidad de hacerlo tan pronto, creo que podían conocerse más aún de lo que se conocen, pero ya tomaron una decisión, que tendrán que asumir con responsabilidad, sus amigos seguiremos apoyándolos en aquello que podamos, pero seguiré considerando un error que la gente se case tan joven, a riesgo de que me digan que "no me meta" en las decisiones de los demás.

Toco madera...