Tiempos de Cole

Cada vez que pienso en mis tiempos de cole, no hago más que esbozar una fuerte sonrisa por los buenos y relajados tiempos que gocé desde que empezó mi pubertad en 1ero de Secundaria. Por aquel entonces, estudiaba en el Don Bosco, colegio de sólo hombres, pero donde alguno que otro brillaba por cierto exceso de estrógeno o escasez de testosterona.

Recuerdo con mucha gracia las locuras de los inicios de pubertad, la pasada de videos y/o revistas, la curiosidad en su peor sentido y el 'despertar' a un nuevo mundo, antes cubierto por la más pura inocencia. Las salidas, eran momentos para demostrar la autovalía, coger el cigarro y darle unas pitadas, intentando NO TOSER para no quedar como el monse; coger la 'chata' de ron de 5 soles, cuyo sabor es lo más remotamente alejado a algo que se pueda ingerir (aun hoy me entran dudas sobre el tipo de alcohol utilizado - metílico, etílico) y darle unos fuertes tragos, pretendiendo ser el 'recio' del grupo, y luego pretender estar de lo más normal mientras se intenta caminar siempre en línea recta (objetivo que en ciertas circunstancias es más difícil que estudiar bajo los mismo efectos).

Sin embargo, siempre ocurrían los accidentes, cosas que por designios del destino salían de nuestra voluntad para evitarlas, tales como: caerse en el camino de vuelta a casa. Para tal suceso, sólo restaba reputear al que haya estado detrás 'por habernos empujado' - suerte para el que se haya caído estando último - o haber tosido mientras se fumaba; claro, no era culpa nuestra, era que el cigarro estaba pasado o 'malo'. Cualquier excusa 'bien fundamentada' bastaba para convencer al grupo y quedar como alguien experimentado.

Me causa gracia la admiración con la que se miraba a aquellos individuos que tuvieran alguna enamorada simpática, o aquellas bromas que se lanzaban contra aquellos cuya enamorada estuviera en el lado opuesto al grupo anterior pero seguro que era un amor de persona. Los intentos de buen bailar en donde los maestros, eran aquellos que no pisaban... tanto... a su pareja. Algunos demostraban mejor sus dotes de bailarín luego de unas cuantas cervezas (o ron...), o al menos, de eso estaban convencidos ellos. Incluyéndome yo, en este último grupo.

Edades en que el matón del grupo, era aquel que alguna vez se había peleado (...y le pegaron), pero bastaba su experiencia para instruirnos a todos con su sabiduría y saber que podríamos volvernos 'Rambo' si quisiéramos. Era por esta edad que corrían los rumores de aquellos individuos de 2do año que le pegaban a uno de 5to año, temidos por todos aquellos cuya ingenuidad llegara a ser bastante graciosa.



Pero el tiempo pasa, el acné se va dejando de lado, el adolescente crece y llega la fiesta de promoción... fiesta de vital importancia para el 'status' social, en la que uno debe ir con la chica más hermosa de la fiesta... o con su enamorada... o en el peor de los casos con su prima (hecho condonado sólo por el grado de belleza de la misma). Fiesta que queda para siempre grabada en la mente de cada uno, uno se da cuenta de que tanto se ha encariñado con esas personas con quienes durante tantos años se ha convivido y sufrido las penurias de exámenes y castigos. Cómplices de copias y bromas, y compañeros por el resto de la vida. Es en estas fiesta, donde suelen pasar la canción del maestro Pepe Vásquez (Jipi Jay), con un anfitrión que busca entrar en el pecho de cada uno con frases: "Y ya no se verán nunca más", "...atesoren estos momentos", "La vida les ha deparado caminos diferentes...". Gran futuro nos presagiaba.

Y aunque, con la universidad, estudios superiores y el tiempo, los lazos se pueden debilitar, pero nunca perderse... en fin, aquellos son los tiempos de cole.