24/7/09

Cuarta página: indecisión





[Cuarta y última parte de la historia. Para entender esta página se deben leer las anteriores]



La propuesta de un segundo encuentro decía mucho, la vergüenza con la que Marta abandonó la conversación la delataba, y el cuento que había escrito podía hacerle pensar cosas a cualquiera. No era necesario atar cabos, éstos estaban unidos desde el principio, pero Hugo no había querido creerlo; ahora las cosas estaban claras para él, como también estaba claro que no podía volver a acceder a otro encuentro con Marta, no podía volver a verla en una circunstancia como la de la última vez, era demasiado riesgoso, no por el peligro de caer en la 'tentación' (Amén), sino porque si Martín se enteraba de que ambos se habían visto "muchas veces", la sospecha de una posible traición muy probablemente empezaría a rondar su cabeza. No quería eso.

Todo había pasado demasiado rápido, Hugo aún no terminaba de acostumbrarse a la idea de que algo así pudiera pasar con la ex de uno de sus mejores amigos, las cosas habían ocurrido en el orden equivocado, con las personas equivocadas y en el tiempo equivocado. Todo lo ocurrido lo mantenía pensativo la mayor parte del día, lo llevaba a plantearse algunas preguntas: ¿había estado bien encontrarse con Marta?, ¿debió hablar con Martín antes de salir con Marta?, ¿debió
contarle a Martín sobre la segunda invitación de Marta?, ¿debía contarle todo ahora y acabar con la idea que Martín tenía sobre Marta o debía dejar que su ilusión por ella se vaya desvaneciendo con el tiempo, poco a poco?

Durante los siguientes días no volvió a ver a Martín ni a Marta; en cambio, conversó muchas veces con José, le pidió consejo para poder tomar una decisión respecto a todo lo que había ocurrido. Después de mucho pensarlo, Hugo tomó una decisión: le contaría todo a Martín, pero no ahora, aún estaba muy afectado por su rompimiento, ahora su dolor sólo aumentaría, ahora sólo le haría más daño. A José también le pareció buena idea, es más, le propuso que ayudaran a que Martín se olvidara de "esa chica", saliendo más con él, presentándole a alguien que le pudiera interesar, haciéndole entender que esa mujer "no era para él", sólo era cuestión de planificar un par de cosas y Martín estaría muy pronto nuevamente en el juego.

Lamentablemente, por cerca de dos o tres semanas, el plan no pudo iniciar su ejecución, Hugo y Martín no se habían vuelto a ver, y José andaba demasiado ocupado.

La siguiente vez que se volvieron a encontrar los tres, fue en un viaje que hicieron con un grupo de amigos. En ese viaje Hugo hizo todos los esfuerzos posibles por meterle en la cabeza a Martín que debía olvidarse de Marta, que si las cosas no habían funcionado era el momento de voltear de página y ahora sólo debía pensar en lo que vendría; lo hacía bromeando lo suficiente como para quitarle cualquier asomo de situación dramática o trágica. José, en cambio, no parecía querer colaborar mucho a "la causa", se reía de las cosas que Hugo decía, pero no aportaba ningún consejo extra, no le hablaba directamente a Martín para hacerle entender que era el momento de olvidar. Todo esto extrañaba mucho a Hugo; en ese momento no le preguntó nada a José, pero las dudas que tenía no podían quedarse sin resolver.

Al regresar a la ciudad donde vivían, Hugo y José conversaron. Hugo comprendió a qué se debía la actitud de su amigo durante el viaje, y es que en algún momento de éste, Martín le contó a José que había regresado con Marta.

- "Si no me lo decías no tenía modo de imaginarlo"
- "Sí pues, cuando Martín me contó que habían regresado yo pensé que me estaba vacilando, pero se puso serio, así que creo que es cierto"
- "Oe pero, en serio, no entiendo, si pensaba regresar con él, ¿por qué chucha me buscó?, o sea que no joda ¿no?"
- "Sí pues, Martín me dijo que Marta le había dicho que después de lo que pasó se dio cuenta de que en verdad sentía algo por él, así que ambos decidieron volver. Pero pa mí que como vio que tú no le ibas a dar bola mejor regresó a lo seguro"
- "Jaja, cagada. Bueno no sé, pero con esto que ha pasado creo que lo mejor será contarle de una vez a Martín que me encontré con Marta, para que vea bien cómo son las cosas. Si a pesar de eso quiere seguir con ella ya es bien huevón pes".
- "No sé ah, yo lo veo bien templao".

Desde la reconciliación de Marta y Martín, éste último se había alejado mucho de sus amigos, le brindaba bastante más tiempo a su relación, lo que dificultaba que Hugo pudiera contarle sobre la salida que tuvo con Marta. Cada vez que Martín decía que llegaría a una reunión planificada por sus amigos, la espera no rendía ningún fruto, y cuando lo llamaban para preguntarle la razón de su ausencia, el nombre de "Marta" siempre ocupaba el centro de la página. Hugo sabía que la conversación pendiente debía ser personal; por esta razón, cuando tenía la oportunidad de ver a Martín 'conectado', le decía que tenían que conversar algún día, que hacía mucho que no se veían, ante lo cual Martín siempre respondía que la siguiente vez no fallaría. Así, poco a poco, muchos días fueron pasando, hasta que en algún momento Hugo olvidó el tema.

Luego de un mediano descanso, Hugo volvió a concentrarse en su vida universitaria. Su contacto con José y Martín se hizo más infrecuente, y el tema de Marta ni siquiera se asomaba entre sus pensamientos.

(...)

Sin notarlo, la fecha del cumpleaños de Hugo empezaba a acercarse cada vez más. A pesar de los trabajos y las prácticas pendientes, Hugo deseaba celebrar su cumpleaños junto a todos sus amigos, aunque sabía que muchos no podrían estar presentes en dicha 'celebración', pero con quienes pudieran llegar, bebería lo propio (como es costumbre en cualquier cumpleaños). Así, cuando cualquier amigo le preguntaba "¿qué hay para tu cumple?", él siempre respondía "ya veremos ese mismo día en la noche, fácil unas chelas".

El día de su cumpleaños, tras recibir los saludos de todos sus amigos de la universidad a lo largo del día (y de la tarde), Hugo decidió a dónde iría una vez llegada la noche. Al terminar el día de clases, Hugo encontró una grata sorpresa: José y Martín habían ido hasta la universidad a saludarlo por su cumpleaños. Luego de los abrazos respectivos todos se dirigieron al local elegido para empinar el codo las veces que sean necesarias.

Luego de algunos minutos empezaron a llegar más amigos al lugar, se hicieron las presentaciones respectivas, y todos se sentaron a disfrutar de algunas cervezas. Las conversaciones variaban a cada minuto, los temas iban y venían, y se iban y regresaban, y se iban para nunca volver, y llegaban algunos nuevos. Y conforme pasaban las horas, las caras se iban torciendo más, a medida que las sonrisas y carcajadas se volvían mas seguidas. De repente, y sin que lo note la mayoría, Martín se levantó de su asiento a responder su celular; luego de unos minutos de conversación, se acercó a Hugo y le dijo: "Oye, Marta quiere saludarte por tu cumple".

Hugo atendió la llamada. Fueron un par de minutos en los que Marta lo saludaba y él agradecía, siempre cuidando de no soltar ningún comentario que pudiera alertar de algún modo a Martín, quien disimulaba estoicamente la atención que le brindaba a la conversación por celular. Al finalizar el saludo, Hugo cortó la llamada y le dijo a Martín que quería hablar con él; la respuesta de éste último lo sacó de cuadro.

- "Ya sé lo que me vas a contar huevón, no te preocupes, que ya sé todo."
- "¿Cómo así, todo?"
- "Que ya sé que tú y Marta se vieron una vez, cuando ella y yo no estábamos"
- "Ahh?! ¿Ella te contó eso?"
- "Si on, me contó todo, y se sentía un poco mal por haberse visto contigo pes, pero yo sé que no pasó nada, y normal ah"
- "Oye, en serio, sorry si no te lo conté antes, pero no encontré oportunidad"
- "No te preocupes huevón, si todo está bien, ¿no te estoy diciendo que todo normal? ya pes, entonces no te hagas paltas"
- "Martín, en serio, tú sabes que yo nunca..."
- "Yo sé, mierda, yo sé, tú nunca habrías intentado nada, además sé que no querías nada con ella"
- "Claro sólo nos encontramos porque ella dijo que quería conocerme..."
- "Sí, huevón. Tú eres mi pataza y nunca me cagarías. Además, no pasó nada entre ustedes pes, nada más se encontraron y conversaron un toque y ya pes, no pasó nada pes, ¿verdad?"
- "Eh... no, claro, no pasó nada"
- "Sí pes, creo que le llegaste a caer muy bien y luego se interesó en tí, o bueno no sé, pero ahora ya todo está bien entre nosotros"
- "Qué bueno, Martín"
- "Sí on, ahora vamos a seguir tomando por tu cumple, carajo"

Los siguientes vasos de cerveza lograron distraer a Hugo lo suficiente como para dejar el tema en una especie de limbo. Al siguiente día, entre la resaca, los trabajos pendientes y las prácticas, no tuvo tiempo de asimilar la conversación que había tenido con Martín. Una vez que se desocupó de tanto quehacer tuvo mayor claridad para pensar...

Cuando Martín le contó a Hugo que "ya sabía todo", no parecía dolido realmente, sino aliviado, no parecía traicionado sino reconfortado. Cuando Marta le contó a Martín que se había encontrado con Hugo, le estaba confesando algo personal, algo que en alguna otra ocasión podría haberse ocultado, pero al confesarlo le demostraba a Martín lo importante que era él para ella, y la confianza que le estaba brindando, confianza que Hugo no había tenido, al 'ocultar' este evento por tanto tiempo. Martín no estaba dolido, porque nunca hubo una traición real, nunca hubo una segunda intención, sino sólo un interés de Marta en Hugo, interés que, a ciencia cierta, nunca ocultó, pero que nunca pasó a mayores. Martín no se sentía traicionado, porque Marta le había contado "la verdad", porque le había contado que se había encontrado con Hugo y habían conversado. Martín estaba seguro del amor de Marta, porque ella le contaba las cosas para que él no las imagine; en cambio Hugo, las ocultaba. Martín estaba aliviado, porque ahora sabía que en el encuentro entre Marta y Hugo, nunca nada más ocurrió. Martín estaba contento, porque no podía imaginar los caramelos que Marta le había comprado a Hugo, o el tiempo que había ocupado grabándole música, o los amigos a los que había consultado para regalarle 'el llavero perfecto', o los lugares que había recorrido para encontrar la tarjeta de amistad adecuada, o las hojas que había rayado para escribir el cuento más bonito que podía, o la lista de temas de conversación que había preparado para que "en ningún momento se queden callados". Martín estaba tranquilo, porque no podía imaginar que Marta le había propuesto a Hugo ver una película los dos solos en su casa, ya que "sólo se quedará mi hermanita y la podemos mandar a dormir". Martín estaba seguro, porque Hugo no tuvo el valor de contarle el día de su cumpleaños, que las cosas que le había contado Marta, quizás no estaban completas, quizás no llegaban al final de la historia, o quizás se había saltado una escena importante de la obra.

Hugo sintió que ya era demasiado tarde, sentía que sus palabras serían dolorosas y probablemente no serían tomadas en serio, sabía lo enamorado que estaba Martín de Marta, alguna vez lo había oído decir "La amo", y el saber que unas palabras suyas podrían cambiar toda esta felicidad por una profunda decepción lo llevaba a pensar por muchas horas al día, cuál era la decisión más adecuada.

Los días fueron pasando, Hugo cada vez veía menos a Martín. Ambos solían encontrarse muy poco, la mayoría de veces era en algún cumpleaños de algún muy buen amigo en común, y casi siempre entre tragos. Martín estaba realmente enamorado, "pisado" era lo más pronunciado entre sus amigos cuando hablaban de él, y cuando él hablaba de Marta, una gran sonrisa se dibujaba en su faz. Hugo sólo lo escuchaba hablar, y se ponía a pensar en lo injusto que sería destruir esos momentos felices (o llevar el peligro de poder destruirlos), sí, su amigo se había vuelto un maldito pisado, y preferiría verlo sin enamorada, y volviendo a tomar con ellos, volviendo a salir a jugar play juntos, volviendo a recorrer las calles haciendo estupideces o 'viroleándose' viendo a todas las flacas que pasaban por la calle y estuvieran 'riquísimas', pero aún así, no quería que la responsabilidad pudiera ser adjudicada a él y a su maldita confesión.

Hugo decidió que no le contaría a Martín nada, el tiempo de hacerlo había pasado, si Marta era la mujer indicada para Martín o no, si acabarían en algún momento o no, si Marta volvería o no a coquetear con Hugo, si Marta y Martín tendrían hijos y nietos y serían felices por el resto de sus vidas, sólo el tiempo lo decidiría. Mientras tanto, Hugo pasaría el tiempo imaginando muchas cosas, y preguntándose a sí mismo, todos los días, si tomó las decisiones correctas en su vida, y no sólo en la suya.

20/7/09

Tercera página: el encuentro




[Tercera parte de la saga. Para entender este post se deben leer previamente la primera y la segunda página. A pesar de que no me gusta ser tildado como guionista de telenovelas mexicanas, ésta es aún la penúltima parte.]


Hugo había terminado de almorzar. En ese momento se encontraba descansando en su cama, mirando hacia el techo y tarareando la melodía que no había dejado de sonar en su cabeza durante la mañana, trataba de recordar qué canción era pero no llegaba a concluir nada. Sabía que ese día debía hacer algo, pero no recordaba qué; sabía que tenía una especie de compromiso y estaba seguro de que no quería ir, pero no recordaba a dónde; sabía que debía encontrarse con alguien, pero no recordaba con quién. Cuando se dio cuenta de que seguiría sin recordar a pesar de los esfuerzos hechos, desistió y decidió entrar al chat unos momentos.

Al entrar al chat, se encontró con Víctor, un amigo al que le había comentado la situación de indecisión en que había estado para aceptar o no la propuesta de encontrarse con Marta. La primera frase de Víctor al ver conectado a Hugo fue: "¿Oe hoy día era que ibas a serruchar a tu pata?".

Hugo se bañó y se vistió rápidamente para ir a la mencionada "cita". Se le había olvidado por completo debido a los trabajos que había tenido que realizar durante los últimos días, pero aún estaba a tiempo de llegar; es cierto que no iba con el mejor de los ánimos, pero aún así, ya se había comprometido y no podía quedar mal. Cuando estuvo listo, tomó unas cuantas monedas para sus pasajes y salió de su casa, dejándole antes un mensaje a Víctor: "jaja, no mierda, no voy a serrucharle el piso a nadie, pero sí, es hoy, ya voy saliendo, chau".

Al llegar al parque Hugo se preguntó a sí mismo cómo era posible que haya aceptado encontrarse con alguien en ese lugar, pero las cosas ya estaban hechas, así que no podía echarse para atrás. Se sentó en la banca y empezó a esperar a Marta. Luego de diez minutos, ella llegó con una bolsa, probablemente había aprovechado el haber salido para ir a comprar algo que necesitara. Cuando Hugo la vió se acercó a ella para saludarla. Marta fue la primera en hablar:

- "Ehmmm... bueno, supongo que, tendría que decir:'hola'."
- "Jaja. Hola Marta, qué tal."
- "Bien..."
- "¿Te parece si nos sentamos?"
- "Sí..."

Marta parecía bastante nerviosa, lo que contrastaba con la seguridad que parecía tener cuando conversaba a través del chat. Una vez que se sentó tomó la bolsa que había llevado y le dijo a Hugo: "Te he traído algunos regalitos".

Antes de ver siquiera lo que Marta había llevado Hugo ya se sentía bastante halagado, pero a la vez algo avergonzado. Mientras ella se había tomado el tiempo de buscar algo para regalarle, él incluso había olvidado que se encontrarían ese día, y de no ser por la ponzoñosa frase soltada por su amigo Víctor, no lo habría recordado. Hugo intentó expresar cómo se sentía en ese momento.

- "Wow, Marta no sé qué decir."
- "No tienes que decir nada."
- "Pero me refiero a que tú te has tomado el tiempo de traer... bueno aún no sé lo que traes en esa bolsa, pero igual me parece un gran detalle."
- "No te preocupes, en realidad no me ha tomado tanto tiempo."
- "Es igual, tú me has traído algo, y yo, nada, me siento mal."
- "No te preocupes por eso son una cuantas tonterías las que te he traído."
- "Bueno, aun no sé lo que tienes ahí pero, gracias."

Marta sacó uno a uno los regalos que había llevado. Cada cosa que sacaba de la bolsa era una nueva sorpresa para Hugo, y éste no sabía de qué modo reaccionar.

- "Bueno, estos son unos toffees que pensé que te podían gustar. ¿Te gustan los toffees verdad?"
- "Sí, claro, como a todos"
- "Mmm... bueno aquí tienes un llaverito, espero que lo uses ah..."
- "Gracias, no te preocupes que sí lo usaré"
- "Este es un CD con unas canciones que grabé para ti, espero que te gusten, no sé si es exactamente la música que escuchas, espero no haberme equivocado"
- "Ehmm, no te preocupes por eso, y gracias, en serio"
- "Esta es una tarjeta de amistad, sé que no somos exactamente amigos, pero... bueno quería agradecerte tu tiempo, de algún modo"
- "Jaja... gracias, nuevamente"
- "Bueno, por último, este es un cuento que escribí para ti. No lo vayas a leer ahorita ah, espérate hasta que llegues a tu casa"
- "No te preocupes. Y... gracias"

Una vez que le mostró todos los regalos, Marta los volvió a guardar todos en la bolsa que llevaba y se la dio a Hugo. Hugo volvió a agradecerle por todo y entonces empezaron a hablar.

Durante cerca de una hora estuvieron hablando de muchas cosas, y Hugo aprovechó para preguntarle sobre Martín, quería saber por qué todo había terminado así, o en todo caso, por qué había comenzado. Marta le explicó que quería mucho a Martín, que era uno de sus mejores amigos, y que para ella fue una total sorpresa cuando 'se le mandó', así que, si bien es cierto, al principio había sido reacia a cualquier posibilidad de empezar algo con él, luego había decidido "darle una oportunidad", a ver si las cosas iban por buen camino. Lamentablemente para Martín, las cosas no funcionaron, y Marta decidió que era mejor terminar las cosas. En ese momento un tipo se acercó a ambos y le dijo a Hugo: "Causita, mira estos llaveritos que toi vendiendo, cómprame uno pes, mira que acabo de salir de la cárcel y estoy tratando de reformarme". Después de insistir dos o tres veces, y ante la negativa de Hugo, el tipo se fue.

Hugo y Marta siguieron conversando por una hora más y ser acercó un nuevo sujeto, ahora era uno que vendía caramelos. Una vez que Hugo logró hacer que el tipo se vaya, le dijo a Marta que era mejor que se fueran de ese parque, y así lo hicieron. Decidieron ir a caminar por el centro, mientras seguían conversando. Finalmente, Marta le pidió a Hugo que la acompañar a 'tomar su carro'.

Hugo acompañó a Marta y se despidió de ella cuando ésta estaba por subir al colectivo. Marte le dijo que sería bueno si se pudieron volver a ver, porque la había pasado muy bien, Hugo le dijo que él también había disfrutado mucho la conversación y de hecho en algún momento lo volverían a hacer. Una vez que Marta se fue, Hugo no sabía bien cómo sentirse, no había hecho nada malo, y sin contar los regalos, Marta no había mostrado un interés como el que él se imaginaba. Hugo se la había pasado muy bien, pero no sabía si eso era correcto; se la había pasado muy bien pero no quería volver a encontrarse con Marta, algo dentro de él le ocasionaba cierta molestia.

Al llegar a su casa decidió leer el cuento que Marta le había regalado, sentía curiosidad. El nombre del cuento era "Mi príncipe azul", y el protagonista llevaba el nombre de 'Hugo'. Como todo cuento de hadas, acababa con un final feliz, en el que 'Hugo', el príncipe, se quedaba con la princesa (quien no se llamaba Marta). Al terminar de leer la historia, Hugo estaba algo confundido, así que decidió dormir una siesta para ver si la almohada le aconsejaba mejor qué hacer.

Al otro día, como era su costumbre, entró al chat, después del almuerzo. La primera persona en saludarlo ni bien se conectó fue Marta. Hugo, algo confundido aún, le respondió el saludo, pero no muy animosamente. Marta empezó a preguntarle sobre películas y sobre cuáles eran las que le gustaban, Hugo no sabía a qué venía todo esto.

- "¿Has visto 'en búsqueda de la felicidad'?"
- "No, Marta, en realidad no"
- "Mira, mis papas han comprado esa película, no sé si te gustaría verla conmigo, es que justo hoy van a salir todos y mi hermanita creo que va a estar jugando con su amiguita en su casa"
- "Una película, ¿en tu casa?"
- "Ehmm... sí, no sé, si quieres, o bueno, no sé"
- "Marta, no creo, me parece poco apropiado"
- "Pero sólo es una película"
- "Sí, mira, encontrarnos en la calle para conversar es una cosa, pero ir a tu casa, considerando que no va a haber nadie, y considerando también que hace poco has terminado con Martín, creo que no se vería bien"
- "Eh... disculpa, creo que te incomodé, se me pasó la mano, perdón, olvida todo lo que te dije. Adiós"

Marta se desconectó del chat inmediatamente.

16/7/09

Segunda página: conversaciones peligrosas



[Continuación del post "Primera página". Se recomienda leer esa publicación antes que ésta]


- ¡¿Qué?! ¿Estás hablando en serio?, pero si hace unos días Martín me dijo que ya no pasaba nada y que todo iba a quedar ahí. Más bien parecía resignado.

- Sí, en serio, yo también me quedé huevón, pero ayer los vi de la mano y cuando le pregunté a Martín me dijo que ya estaban, no me explicó detalles porque estaba apurado. Y ayer no te conté porque se me pasó, pero me acabo de acordar así que por eso te llamé.

- Manya. Oe, qué chévere por él, pero de verdad me parece rarazo. O sea, ¿cómo es posible estar con una chica con la que parece que no pasa nada?

- Yo tampoco sé, pero la vaina es que ya están, así que Martín está saltando en un pie de la felicidad.

- Jaja... qué bacán por él. Bueno, aunque nuevamente tendré diferencias con la enamorada de un buen amigo. Ni modo, esas cosas pasan.

- No, no. Marta ya no te tiene cólera.

- ¿Ah? Pero ¿cómo? si le caía mal.

- Es que Martín y yo le hemos hablado de ti, le explicamos que no eres lo que ella creía, sino que ese día hubo malentendidos entre ustedes y nada más. Así que ya todo está bien en ese sentido; es más, hasta dice que podrían ser amigos.

- Ah ¿sí?, ¡qué tal giro!, todo bien entonces. Aunque, en realidad no me preocupaba mucho ese tema

- Ok, sólo te lo digo para que lo sepas.

Algo no cuadraba bien en la historia, Marta había pasado de ser la chica que no le hacía caso a Martín y le tenía cólera a Hugo, a ser la enamorada del primero y el proyecto de amiga del segundo. Hugo sentía deseos de alegrarse y celebrar junto a Martín la relación que ahora éste tenía con Marta, pero todo era demasiado repentino y demasiado bueno para ocurrir del modo en que lo hizo.

Sin embargo, y a pesar de todas las dudas que asaltaban su cabeza, Hugo decidió que dejaría de pensar en ello, era un momento de felicidad para su amigo y estaba seguro de que la siguiente vez que se vieran tomarían un par de cervezas en honor el "mensajito mágico" y a las bolas que tuvo Martín para atreverse a mandarlo; mérito que se habría atribuido al alcohol si los resultados hubiesen sido negativos, pero que dada la situación actual, pertenecían íntegramente a la gran decisión tomada aquella tarde.

Con el transcurrir de los días, la novedad dejó de serlo, y la noticia que en un principio era bastante comentada por el grupo de amigos más cercanos de Martín ahora era conocida por todos, como algo natural, como algo que siempre hubiera sido, como algo que dejaba de sorprender para ser parte del día a día.

(...)

Hugo volvió a su vida de siempre, a sus días en la universidad y sus noches de estudios, a sus fines de semana en el chat y de vez en cuando en algún cumpleaños. Sus conversaciones con Martín se volvían más infrecuentes, y todo lo que sabía de la feliz pareja provenía de lo que José le contaba alguna que otra vez.

Un día mientras estaba sentado frente a su computadora, apareció frente a él una de esas ventanas de messenger en las que te avisan que alguien te ha agregado a su lista de contactos. La dirección de correo no parecía sospechosa, así que Hugo se arriesgó a aceptarla. Cuando inició la conversación, las primeras líneas de chat, correspondientes a las presentaciones respectivas, causaron cierta sorpresa en Hugo: "No sé si te acordarás de mí, soy Marta".

Esa noche Hugo y Marta chatearon por cerca de una hora; aparentemente era verdad lo que José le había comentado, todo lo anterior había sido sólo una primera mala impresión, a Hugo le cayó bien la Marta virtual, y al parece a Marta le había pasado lo mismo. Las primeras diferencias parecían haberse disipado, y la conversación de aquella noche por el chat se repitió por tres o cuatro veces en esa semana y en los primeros días de la siguiente, de un modo que a Hugo le empezaba a parecer extraño, pero prefirió evitar plantear las dudas que empezaban a tomar forma en su cabeza y dejar que las cosas se aclaren solas.

El fin de semana Hugo no se encontró con Martín ni José, tuvo que avanzar con algunos trabajos que le habían dejado en la universidad y de alguna forma "se desconectó" de sus amigos. Al empezar la siguiente semana, en cambio, volvió a su actividad normal, y Marta volvió a chatear con él; en ese momento, José hacía lo mismo y le contaba lo que había ocurrido durante el fin de semana (José y Martín estudiaban en la misma universidad). La noticia que José le dio desconcertó un poco a Hugo, pero de alguno u otro modo se la esperaba: Marta había terminado con Martín.

Hugo no sabía si era momento de preguntarle a Marta a qué se debía la forma en que había llevado su relación, es decir cómo había pasado de no hacerle caso a Martín, a estar con él y luego a dejarlo. No entendía a qué se debía este comportamiento suyo, aunque las extensas conversaciones de chat empezaban a esbozar una idea en su cabeza que no llegaba a tomar forma del todo por la negativa de Hugo a considerar que esta posibilidad sea real.

Sin embargo, uno de esos días, las conversaciones que antes no pasaban de una compartición de gustos o aficiones tomaron un rumbo distinto, y las palabras de Marta terminaron por preocupar a Hugo:

- "Me gustaría que nos volviéramos a ver un día, para conversar".

- "Sí, claro. Cualquier día nos podemos ver, fácil con José y Martín".

- "Bueno, en realidad yo me refería a vernos los dos, como que nos conocemos mejor".

- "¡Ah! También puede ser algún día".

Después de conversar dos o tres veces sobre el mismo tema, Marta finalmente propuso un día y un lugar para que ella y Hugo se encontraran, pero éste no parecía estar del todo convencido de hacerlo.

Como le había comentado a Martín tiempo atrás, Hugo también había estado detrás de una chica, su nombre era Carla y le gustaba bastante, pero había perdido por completo las esperanzas de llegar a algo con ella debido a la actitud bastante desconcertante que mostraba esta chica. Debido a esto, Hugo tenía una sensación muy similar al despecho (si no era precisamente esto), y la idea de "desfogar" sus deseos inconclusos en algún afer ocasional no le había pasado desapercibida. Pero la situación que se planteaba ante él no se ajustaba a lo que había imaginado, la chica que parecía estar interesada en él no era alguien que conocía ocasionalmente, sino que se trataba de la ex enamorada de uno de sus mejores amigos, y no habían pasado ni dos semanas desde el mencionado rompimiento. Marta en ningún momento había expresado explícitamente que deseaba tener "algo más" con Hugo, pero éste podía percibir cierta intención en sus palabras que lo obligaban a ser renuente ante la posibilidad de volverse a ver.

Las conversaciones a través del chat siguieron por unos días más, con Marta proponiendo encuentros y Hugo justificándose con excusas más o menos elaboradas, hasta que finalmente Marta decidió encararlo (si se puede hacer tal cosa virtualmente):

- "Hugo, no tiene nada de malo que nos veamos, sólo quiero conversar contigo, no quiero que creas que tengo alguna otra intención".

- "Marta, no se trata de lo que yo crea, pero has estado con uno de mis mejores amigos, y encontrarnos los dos solos se podría prestar a malas interpretaciones".

- "Pero sólo vamos a conversar, es que de verdad me caes muy bien y no quisiera que esta amistad se quede en las conversaciones por chat".

- "Tú también me caes bien, Marta, pero te repito lo mismo, si nos llegamos a encontrar esto podría afectar a Martín de algún modo, y preferiría que lo dejáramos ahí."

- "¿Sabes qué?, Hugo, yo creo que tú tienes la impresión de que yo quiero algo más contigo, y no es así, en serio no es así, yo te veo sólo como un amigo, es más, tienes un parecido a mi hermano menor, y te veo como si fueras él incluso. No digo que no me parezcas simpático, pero si quiero encontrarme con alguien es con el Hugo de adentro, con el Hugo con el que converso siempre, ese que me cae muy bien y que me ha demostrado que es lindo chico, eres una gran persona por dentro, pero eso no quiere decir que lo de afuera no ayude."

- "Jajaja, Marta, ya te dije que no es eso..."

Pero sí era eso, Hugo tenía en la cabeza que si se reunía con Marta estaría accediendo a una propuesta de traición a su amigo Martín. Sin embargo, por cerca de una hora Marta repitió y repitió que no tenía ningún interés en Hugo que no vaya más allá de la amistad.

Después de varias líneas de conversación, Hugo no encontró ninguna otra excusa para negarse; si no accedía, Marta probablemente iba a seguir insistiendo en el dichoso encuentro todos los días. Quedaron en la hora y el lugar en que se encontrarían, Marta propuso un parque y Hugo estaba bastante apurado como para proponer otro, Marta propuso que sea a media tarde y Hugo estaba bastante apurado como para proponer otra hora, Marta propuso que sea el día siguiente y Hugo estaba bastante apurado como para darse cuenta. Hugo se despidió, quizá Marta tenía razón y no buscaba nada más en Hugo, quizá se estaba haciendo demasiadas bolas por nada, quizá Marta solía ser así con la gente que le caía bien, pero al margen de todo, Hugo sentía que, se estaba arriesgando a tener un malentendido con su amigo.

... fecha de defunción?



¿No les ha pasado en las relaciones que uno siempre pelea? siempre ocultar algo de verdad con tal de no crear problemas o simplemente por evitar no herir a esa persona o demasiado centrado en ver quien posa un dedo sobre cualquier centímetro de su cuerpo... pero al darse todo esto, termine todo siempre... en rupturas, que vienen antecedidos, usualmente por su infaltable compañero "tenemos que hablar" o "las cosas no están funcionando"...

Todos estos detalles, se dan con cierta intriga, con cierto sabor cuando no sabes lo que el mañana traerá, lo que las horas siguientes pasará, si los minutos siguientes valdrán la pena o si se verán (algunos agradecen no verse para usar ese tiempo y ser ellos mismos). ¿Será por eso tal vez que no somos lo suficiente agradecidos...?


Hace poco me tocó vivir una relación con fecha de defunción; entiéndase una relación que tenía su fin puesto antes de siquiera comenzar; y tal vez, fue eso lo que hizo que no tuviéramos tiempo para peleas, tal vez fue eso lo que hizo que perdiéramos miedos y viviéramos cada segundo con un matiz distinto al anterior... que cada momento que teníamos juntos fuera digno recordarlo y revivirlo... algo similar pasa con la vida... pero en fin.

Tener fecha de defunción hace posible darle nombre a los "últimos momentos" en su respectiva ocasión... refiriéndome a ocasiones como "última vez en Piura", "última vez que los veré", y son momentos tan emotivos, en los cuales se dejan las idioteces de lado y se da cuenta uno que realmente será así, que será la última vez que tal hecho suceda.

Hay quienes pretenden, como me pasó en un inicio, que esa fecha realmente no está ahí, o intenta no pensar al respecto hasta que te llega y sientes que no viviste lo suficiente, se quiere retroceder el tiempo o revivir algo que no hiciste con tu mayor esfuerzo y es que, como caso raro, me tocó vivir dos fechas de defunción en una misma relación. Tal vez no dos, tal vez una podría llamarse, siguiendo la terminología, fecha de cirugía de alto riesgo.

Mi historia se resume en dos momentos: un Hola y un Adiós... y un Hola más y un Hasta luego. En un inicio, decidimos complicarnos, intentar llevar algo sin adentrarnos tanto en lo que tuviéramos, sin profundizar mayores sentimientos, con las defensas altas ante todo; esto hizo que el Adiós fuera algo difícil pero llevadero (le digo a éste Adiós, usando como referencia las palabras que usó ella). Lamentablemente para el momento, no sería un verdadero Adiós...

El siguiente momento fue más largo, duró 5 meses más (total de 6), en este momento, nuestras defensas se vieron vencidas por el anhelo creciente entre cada instante que nos viéramos, y en esta euforia, olvidar que nuestro segundo momento también venía de la mano con su fecha de defunción (su retorno a su país natal). Cada beso, caricia, asemejaba un néctar o un baño en verano piurano, dignos de apreciarse. Este momento tuvo sus últimos "instantes" y un final emotivo, que habíamos decidido ignorar en un inicio y sufrir en sus segundos.

Debo mencionar que no tuvimos peleas... algunos podrán decir que no nos importaba lo suficiente, pero el tiempo luego afirmaría lo contrario... hubo confianza absoluta y un deseo por vernos acumulado desde la previa despedida (ya que ella debía residir en otra ciudad y no le era posible venir cada vez que quisiera). ¿Pudo ser esto posible por el mero hecho de no tener futuro? por el verdadero deseo de vivir algo con esa persona sin importar el tiempo - morir habiendo amado - o el lugar?

Pasado ese momento final, en el que uno se pierde en su aroma y desea que los segundos pasen más lento, llega el momento de asimilación... esa persona ya no está ahí a medio centímetro de ti... esa persona posee un chip Claro que fuera del país ya no funciona y el triado, que tanto saldo pudo ahorrar, ya no sirve... el último mensaje no pudo llegar a destino porque en el avión pidieron que apagaran sus móviles... es usualmente en estos momentos, cuando se busca una liberación porque uno se puede sentir explotar (algunos lloran, otros salen, a veces se embriagan y otro pequeño grupo, opta por escribir).



Tener fecha de defunción me hizo apreciar los momentos, los instantes, los besos y caricias, lo suficiente para saber cuando realmente pelear; nunca tuve ningún motivo de queja, me dio mi espacio, era celosa pero sin ser remotamente ni dominante o implosiva, justo en el punto medio dulce y era cariñosa. La relación perfecta (para mí) con su fin escrito antes de su inicio. Y el tiempo que se nos dio fue tan corto que me hace envidiar a aquellos del otro lado de la diferenciación de relaciones.

Todo esto, puede asemejarse a asuntos de la vida y de la muerte y como hay que apreciar lo que se vive, sin remordimientos, pero no son motivo de este post. De necesitar un motivo, supongo que sería relatar lo que me tocó vivir deseando haber sido mejor, deseando haber tenido más tiempo.

- Un beso para ti, Clara, desde la distancia -

11/7/09

Primera página: situaciones extrañas




En la tarde de ese sábado Hugo estaba algo cansado y deseaba irse a su casa, pero José y Martín insistían en ir a aquella reunión, ambos estaban en un grupo de catequesis y la idea era luego salir los tres a tomar algo. Hugo se negó por cerca de diez minutos, pero terminó accediendo ante la insistencia de sus amigos.

Después de veinte minutos de caminata llegaron al lugar, donde esperaban Marta, Isabel y Juan. José y Martín hicieron la presentaciones respectivas

Hugo en ningún momento había accedido a formar parte de la reunión, siempre le habían aburrido esas "cuestiones religiosas", sólo estaba ahí acompañando a José y Martín mientras llegaba la hora de ir a "tomar algo". Pero, para Marta, todos debían participar en la jornada, incluyendo al "chico nuevo". Inicialmente Hugo aceptó participar para evitar crear conflictos, pero a medida que la tarde se tornaba más y más aburrida para su gusto, empezó a expresar su desacuerdo con la mayoría de las ideas expresadas por los muchachos, lo que hacía que Marta se desespere más y más cada vez.

Cuando finalmente acabó la reunión José, Martín y Hugo se fueron del lugar. Durante el camino, Martín le pidió disculpas a Hugo por el comportamiento de Marta: "No sé qué le ha pasado hoy día, se ha comportado de un modo bastante raro y daba la impresión de que se la había agarrado contigo". Hugo le dijo que olvidara el tema, que era posible que le haya caído mal a Marta, pero él sólo estaba expresando sus ideas, así que no se sentía mal si es que no era de la simpatía de esa chica.

Pasaron unas semanas y los tres amigos volvieron a encontrarse, tenían un reencuentro de exalumnos de su colegio, así que la ocasión era precisa para volver a "tomar algo", a pesar de que contaban con muy pocos soles; si era preciso, comprarían sólo "Franca". Tras unas horas, y a pesar de las pocas monedas y billetes con que contaban, muchos de los muchachos ya dejaban relucir unas amplias sonrisas, sonoras carcajadas y palabras escandalosamente entrecortadas, muestras evidentes de los efectos del alcohol sobre sus organismos.

En ese ambiente de tragos y camaradería, los sentimientos de los amigos iban siendo más efusivamente expresados, las historias de amores y desamores eran contadas con menor secreto que en la sobriedad.

- "Puta madre, no sé on, esa cojuda no me hace caso. Creo que ya fue, Carla no quiere nada conmigo, así que ni modo, mejor lo dejo todo ahí" -se lamentaba Hugo, mientras bebía por sorbos su vaso de cerveza- "Oe, ¿y tú?, huevón, no cuentas nada de tu vida, ¿cómo andas en esa vaina? ¿no hay ninguna flaca por ahí?" -le preguntaba a Martín mientras se servía un poco más en el vaso que estaba ya por la mitad.

- "Este... ta..., no na que ver. Ehmm..., yo toy tranqui, todo bien"

- "Anda oe seguro que alguna huevona de por ahí te gusta"

- "Ehm..., ¿te acuerdas de Marta?, la chica que te presenté hace como dos semanas?"

- "Claro, claro... no jodas, ¿ella te gusta? ¿la que me agarró cólera?"

- "Sí on, esa ona es bien chévere, sino que no sé por qué ese día se puso así contigo, en serio, yo pensaba que se iban a caer bien"

- "Bah, olvídalo, si no le caigo no hay problema, y si te gusta, bacán pes, ve por ella y ve cómo te van las cosas. ¿Ya sabes si tú también le gustas a ella?"

- "Esa es la vaina. Creo que no pasa nada tampoco. Bueno, en realidad no sé, tampoco me animo a mandármele porque somos buenos amigos y no quiero malograr la amistad"

- "Puta madre. Bueno, broder, así pasa a veces. Estamos en las mismas, pero yo creo que podrías arriesgarte ah..."

- "Mmmmm, no sé"

Durante cerca de veinte minutos Hugo y Martín siguieron conversando sobre la situación de éste último. En ese momento, sin notarlo, el alcohol ya los había afectado bastante más que antes, y la decisión que tomó Martín afectó el rumbo de las cosas inesperadamente.

- "Oe, ¿sabes qué?, ya me llegó al pincho todo esto. Le voy a mandar un mensaje ahorita mismo diciéndole que la quiero como mierda on."

- "Jajaja, ¿en serio?, puta qué bacán on, dale yo te apoyo."

- "Sí, ahorita mismo la llamo, digo, le mando el mensaje... (intentando enviar sms). Puta maaaaaaaaaaaaaaaaaaadre! no tengo saldo!"

- "Jajaja, no jodas. Toma el mío y mándale el mensaje. Pero mándale algo que valga la pena ah"

En las semanas siguientes Martín andaba bastante decaído, aparentemente no le había ido muy bien con Marta: "Pero seguimos siendo amigos, y eso es lo que importa" - le decía a Hugo. Éste no estaba seguro si la decisión de prestarle el celular en aquella ocasión había estado bien, en ese momento había parecido buena idea, pero ambos estaban borrachos y lo habían hecho sin pensar, Hugo ni siquiera podía recordar bien lo que Martín había escrito (ya lo habían borrado de la bandeja de salida), pero sabía que era algo bastante "mandado", recontra "lanza", y dicho sin pelos en la lengua (técnicamente, en los dedos).

Una semana después, Hugo recibió una llamada de José:

- "Huevón, no sabes la última. Martín y Marta ya están"